Creator Economy: la Libertad de Tener un Trabajo Portátil

A MacBook with lines of code on its screen on a busy desk

Participar en la economía de creadores es transformarse en un exportador de contenidos o servicios y deslocalizar tus ingresos. El siguiente paso es vivir donde quieras.

En los últimos años se ha creado bastante interés por lo que se llama Creator Economy o economía de creadores.

La idea central es bastante sencilla: las formas disponibles para crear contenido o servicios, distribuirlos y, lo más importante, monetizarlos, se han democratizado profundamente.

Se han ampliado tanto, que están disponibles para millones de personas en todo el mundo.

En el caso de los contenidos (sean noticias, entretenimiento o educación), este fenómeno es más que evidente.

Lo que generan los creadores individuales ya es más importante, en muchos casos, que lo que generan empresas grandes y establecidas hace mucho tiempo.

Los podcasts más escuchados del mundo tienen mayor audiencia que muchas radios, las newsletters más populares tienen más lectores que muchos periódicos y los canales de YouTube con más suscriptores tienen mayor audiencia que muchos canales de televisión.

Esto está muy asociado al concepto de Web3, la “tercera ola” de internet, caracterizada porque los individuos se benefician económicamente de lo que crean y distribuyen en la web.

Hay muchas maneras de sintetizar la evolución que tuvo la web desde mediados de los 90, pero para Tarique Sha (@kissingsky) fue algo así como:

Web1: Las compañías crean contenido. Las compañías ganan dinero.

Web2: Las personas crean contenido. Las compañías ganan dinero.

Web3: Las personas crean contenido. Las personas ganan dinero.

Dos aclaraciones. La primera es que cuando dice “las personas” se refiere también a pequeñas empresas con las que operan algunos creadores.

Y cuando dice “las compañías” se refiere a las grandes plataformas y redes sociales que son las que alojan y distribuyen el contenido que crean millones de individuos.

Esta forma de explicar el fenómeno no profundiza demasiado todo lo que es Blockchain, NFTs, DAOs, etc (de lo que ya hablé aquí y aquí), y que es el cambio más profundo de la encarnación actual de la web.

Hace foco esencialmente en que la revolución es que cualquiera puede crear y distribuir en la web, quedándose con la mayor parte del beneficio económico.

No es poco, evidentemente.

Sobre todo si tenemos en cuenta que, en sentido amplio, la Creator Economy no se limita a creadores de contenidos.

A veces, el “creador” es en realidad un exportador de servicios. Puede que venda consultoría, formación, servicios profesionales o código.

En cualquiera de esos casos, lo que está vendiendo es algo que viaja instantáneamente a cualquier país del mundo y que, con la debida organización, se puede cobrar también en cualquier país del mundo.

La Web3 y la libertad geográfica

Por esa razón, un efecto de la Web3 es que genera una mayor movilidad de personas.

Y es que exportar servicios o crear y monetizar contenidos en plataformas globales, otorga inmediatamente un tipo específico de libertad: la geográfica.

Esencialmente, el lugar de residencia o de trabajo de esas personas pasa a ser totalmente secundario y, por lo tanto, pueden elegir los países que tengan el marco legal más atractivo para su negocio.

Cuando la clientela está en Internet, la fuente de ingresos es internacional.

Eso es lo que se llama ingreso deslocalizado: proviene de múltiples países y puede producirse, distribuirse y cobrarse también desde diferentes países.

La consecuencia lógica, por supuesto, es que podemos darnos el lujo de buscar cuál es el mejor lugar para ejercer nuestra actividad.

A su vez, esta clase global de emprendedores, que pueden vivir o trabajar desde cualquier lugar, provoca que aparezca la competencia entre jurisdicciones.

Es decir, la competencia entre países por ofrecer un entorno más favorable para atraer a esos “trabajadores digitales” que gozan de libertad de localización.

Que lo digan sino los youtubers españoles que generaron un escándalo, a fines del año pasado, cuando comenzaron una migración, no masiva pero sí notoria, hacia Andorra, donde el clima fiscal los favorece bastante.

El más exitoso de ellos, El Rubius, fue blanco durante diciembre pasado de una campaña furibunda de ataques de políticos y personas que ven en la movilidad de estos emprendedores una amenaza para el financiamiento de los Estados con mayor carga impositiva.

No es raro que se estén volviendo cada vez más comunes dos cosas: las comparaciones de carga tributaria en diferentes países (especialmente para freelancers y nómadas digitales) y los programas específicos que muchos países ponen en marcha para atraerlos con beneficios y condiciones favorables.

Portugal, con su programa NHR (cero impuestos al patrimonio, a los dividendos, a los ingresos en el extranjero y a las ganancias de operaciones con criptos) y la e-Residency de Estonia, son dos ejemplos notorios dentro de una larga lista de jurisdicciones que ofrecen visas especiales y marcos tributarios favorables.

El polo opuesto parece ser Argentina, cuya carga tributaria para exportadores de servicios independientes (freelancers) es hasta 8.7 veces la de sus vecinos, lo que ha hecho que algunos de ellos, como Uruguay, tengan el objetivo explícito de atraer a profesionales argentinos que buscan un ambiente más amable para sus bolsillos.

El sueño del trabajo portátil

Lo cierto es que la web pasó de ser un lugar en el que la gente se divertía y creaba, mientras las compañías generaban ingresos, a un ecosistema completo donde cada persona es potencialmente una empresa y vende directamente sus servicios o creaciones a una audiencia mundial, con cada vez menos intermediarios.

Es decir, esto no se limita a las estrellas de Twitch o Youtube, aplica para cualquier persona que pueda ofrecer algo de valor, por un medio o en formato digital, y lo quiera distribuir y vender aprovechando las herramientas de que dispone hoy.

Aplica para un asesor impositivo, un experto en finanzas, un blogger de viajes, un programador, un profesor o un escritor freelance.

Y muchos de ellos comienzan a ser protagonistas de un fenómeno de movilidad laboral nuevo.

No se trata, como fue siempre, de personas que viajan para buscar un empleo o porque han encontrado un empleo en otro país.

Para estos nuevos migrantes el trabajo es portátil. Lo llevan a donde vayan.

¡Buen fin de semana para todos!

PD: Probablemente hayan notado (espero 🙂 ) que este número salió una semana más tarde. La razón es que estuve más complicado de tiempos para escribir que lo normal. Probablemente siga en formato quincenal un tiempo hasta que las cosas se calmen. O quizás siga así con la idea de priorizar la calidad del contenido. Veremos. Apreciaría mucho cualquier opinión o idea que tengan al respecto. ¡Por favor no duden en comentarmela!

 

Fuente: Econamics

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