Hace varios meses el mundo vivió horas terribles causado por la enfermedad de origen chino, el Covid 19, ante esta situación las personas debieron resguardarse en sus casas y cambiar su estilo de vida, lo que resultó que los grandes enemigos de la libertad aprovecharan dicha situación y los Estados dirigidos por débiles tomaran fuerza en el crecimiento indebido del Estado.
Sin embargo, entre muchos, un sector tomó las riendas de la situación, hizo grandes inversiones y puso a todo el capital humano posible para que el mundo retomara su vida normal, teniendo ganancias sí, cómo naturalmente debe ser pero invirtiendo millones de horas hombre para obtener las vacunas.
Hoy donde las vacunas están siendo aplicadas a millones de personas, y países modelos como Israel ya incluso han eliminado la exigencia del uso de los tapabocas, la clase política e intelectual más saqueadora ha emprendido una campaña para despojar a las farmacéuticas de los derechos de propiedad intelectual, lo que presenta un gran problema, no tanto para las farmacéuticas en sí, sino para el mundo en general.
Esto porque, si los creadores se ven despojados por la fuerza del Estado y se les arrebatan sus derechos, en el futuro, si una amenaza a la salud publica similar atentara de nuevo contra la salud de los seres humano, no habría ningún incentivo para crear vacunas contra la nueva amenaza, los tiempos en encontrar la solución se prolongarían indefinidamente y la innovación quedaría completamente estancada.
Por lo que la defensa de la propiedad, en este caso, la intelectual debe ser, hoy más sostenida que nunca, ante aquellos que a pesar de que nunca ha creado nada, sino vivido del Estado, pretenden legalizar el robo a través del Estado, cosa que por el bien de todos no debe prosperar.
Fuente: Ciudadano Austral + El Pingüino
