Las economías estadounidense y china están estrechamente interconectadas, pero sus lazos se están erosionando. A pesar de los niveles récord de comercio bilateral entre Estados Unidos y China en 2022, la relación comercial es cada vez menos interdependiente. Las crecientes tensiones entre Washington y Pekín están alejando a los inversores estadounidenses y chinos de cada mercado.
Quizá el aspecto más importante de la desvinculación entre Estados Unidos y China sea el tecnológico. La competencia en materia de seguridad entre Estados Unidos y China está cada vez más imbricada en los planteamientos del desarrollo industrial y tecnológico nacional. Esta guerra tecnológica perjudicará a ambas economías y tendrá profundas implicaciones globales.
El comercio bilateral entre Estados Unidos y China sigue creciendo a pesar de los aranceles de la guerra comercial y las crecientes restricciones tecnológicas que Estados Unidos ha impuesto a China. Pero la expansión del comercio bilateral se está ralentizando y sólo crece a una quinta parte del ritmo de la expansión comercial global de Estados Unidos. La proporción de importaciones estadounidenses procedentes de China ha disminuido, mientras que China ha desplazado algunas importaciones de bienes extranjeros fuera de Estados Unidos. La composición del comercio bilateral entre Estados Unidos y China también se ha alejado de los productos con los aranceles más elevados.
Los datos sobre el comercio bilateral por sí solos no muestran el panorama completo de los lazos comerciales entre Estados Unidos y China. Desde que comenzó la guerra arancelaria, la inversión directa de China en el Sudeste Asiático se ha disparado, alcanzando los 128.000 millones de dólares en 2020. Las importaciones estadounidenses procedentes del Sudeste Asiático también están aumentando rápidamente.
La inversión directa acumulada en China por empresas estadounidenses alcanzó los 124.000 millones de dólares en 2020, según datos de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos. Pero la 25ª Encuesta Anual de Negocios en China de la Cámara de Comercio Estadounidense en China muestra que una parte cada vez menor de las empresas estadounidenses ven a China como una prioridad de inversión debido al aumento de las tensiones, la falta de coherencia regulatoria en China y el aumento de los costes laborales.
Pero la cuota de China en el contenido importado de las exportaciones de Vietnam casi se duplicó de 2017 a 2021. Del mismo modo, las empresas chinas de otros lugares del Sudeste Asiático obtienen de China una gran parte de las piezas y componentes de sus exportaciones estadounidenses. Es probable que el contenido chino de las importaciones estadounidenses procedentes del Sudeste Asiático esté aumentando, compensando la desaceleración de las importaciones estadounidenses directas de China.
La encuesta también muestra que, aunque la mayoría de las empresas estadounidenses que operan en China planean quedarse, un porcentaje cada vez mayor está considerando la posibilidad de trasladar sus cadenas de suministro fuera de China, incluidas Apple y Google.
Las perspectivas de la inversión estadounidense en China se ven ensombrecidas por las posibles restricciones estadounidenses a la inversión en el exterior. A la administración Biden le preocupa que los inversores estadounidenses puedan estar contribuyendo al avance de la tecnología china en sectores críticos y está desarrollando un mecanismo para limitar el flujo de inversión estadounidense hacia China. Pero como las empresas estadounidenses constituyen una parte relativamente pequeña del total de la inversión extranjera directa, un sistema de control de este tipo sólo será eficaz si participan otros Estados. Las dificultades para convencer a otros de que desarrollen programas similares pueden ser la causa del retraso en la puesta en marcha de un sistema estadounidense de control de las inversiones salientes.
Las empresas chinas privadas y estatales se enfrentan a un mayor escrutinio en Estados Unidos. Desde 2021, el Comité de Inversiones Extranjeras de Estados Unidos ha visto aumentar sus investigaciones sobre inversores chinos. Entre todas las jurisdicciones, los inversores de China son los que se enfrentan a un mayor escrutinio. El caso más reciente de alto perfil implica a TikTok, cuyo CEO fue recientemente interrogado por el Congreso de Estados Unidos. La empresa se enfrenta ahora al riesgo de ser prohibida en Estados Unidos a menos que se separe de su matriz china ByteDance.
Sin duda, el desacoplamiento entre Estados Unidos y China en tecnología se está intensificando. Comenzando con las restricciones de Trump a las exportaciones estadounidenses a Huawei en 2018, Estados Unidos ha estado intensificando sus restricciones tecnológicas a China en los últimos cinco años. A finales de 2022, alrededor de 400 personas chinas incluidas en la lista de Nacionales Especialmente Designados y Personas Bloqueadas tenían prohibido realizar cualquier transacción con personas estadounidenses.
En marzo de 2023, 665 empresas chinas incluidas en la lista de entidades estadounidenses estaban sujetas a restricciones sobre los flujos de determinadas tecnologías y bienes procedentes de Estados Unidos. China respondió con su propia Lista de Entidades No Confiables en septiembre de 2020. Hasta ahora, sólo dos empresas aeroespaciales y de defensa estadounidenses figuran en la lista y tienen prohibido comerciar con China o invertir en el país.
El desacoplamiento tecnológico entre Estados Unidos y China se intensificó en septiembre de 2022, cuando el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, anunció un profundo cambio en la política económica estadounidense respecto a China. En lugar de diseñar restricciones a la exportación para mantener las tecnologías críticas de China una generación por detrás de la de Estados Unidos, el objetivo de Estados Unidos es ahora congelar el nivel actual de desarrollo tecnológico de China. A medida que la frontera tecnológica de Estados Unidos siga ampliándose, la brecha entre ambos países se ensancharía, provocando un mayor retraso de China.
En octubre de 2022, la administración Biden anunció restricciones a la exportación de determinados equipos y servicios a empresas chinas de semiconductores, con el objetivo de frenar la capacidad de China para producir chips avanzados, una preocupación de seguridad nacional de Estados Unidos. Japón y los Países Bajos se han sumado a la iniciativa estadounidense de restringir las exportaciones de equipos de fabricación de semiconductores a China.
Dado el objetivo declarado de Estados Unidos de mantener «la mayor ventaja posible» en semiconductores, computación cuántica, inteligencia artificial y otros sectores críticos, no es de extrañar que el presidente chino, Xi Jinping, haya declarado que Estados Unidos intenta contener, cercar y suprimir a China. China está invirtiendo ahora cientos de miles de millones de dólares en tecnologías de vanguardia para lograr la autosuficiencia. Las sanciones económicas de Occidente tras la agresión de Rusia a Ucrania preocupan a los dirigentes chinos, que temen que se apliquen sanciones similares a China si persigue la reunificación con Taiwán.
La disociación tecnológica suscita serias preocupaciones sobre el crecimiento mundial a corto y largo plazo. Un estudio del FMI de 2021 identifica tres canales directos por los que la desvinculación tecnológica puede afectar al crecimiento mundial: la reducción de los flujos comerciales mundiales, la mala asignación de recursos y una menor difusión transfronteriza del conocimiento.
Junto con la fragmentación del comercio y el «friend-shoring», la desvinculación tecnológica puede provocar importantes pérdidas económicas a escala mundial. La búsqueda de la autosuficiencia es costosa y su éxito no está garantizado. Frenar el tecnonacionalismo redunda en interés de Estados Unidos y China, pero la realidad política de ambas capitales dificulta enormemente la formulación de políticas racionales.
Fuente: The Hinrich Foundation
