¿Están las Regulaciones a los Productos de Riesgo Reducido Poniendo en Peligro la Salud Pública?

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Una revisión de la evidencia y de los errores en las políticas públicas, realizada Liam Sigaud, Dr. Krisztina Pusok, Janson Q. Prieb y Steve Pociask para el Centro de Investigación Ciudadana del American Consumer Institute

En apenas una década, los cigarrillos electrónicos han pasado de ser una novedad marginal a ser un producto corriente utilizado por millones de estadounidenses. En respuesta al aumento del uso por parte de los adolescentes, los encargados de la formulación de políticas en muchas jurisdicciones han respondido con gravosos impuestos y reglamentos destinados a mitigar esta supuesta amenaza a la salud pública. Sin embargo, la realidad es más compleja.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos diseñados para suministrar nicotina a los usuarios en forma de vapor. En algunos países, en particular en el Reino Unido, los funcionarios de salud pública han considerado que los cigarrillos electrónicos son una ayuda eficaz para dejar de fumar. Hasta ahora, los responsables políticos de los EE.UU. han adoptado una postura mucho más escéptica, incluso hostil, hacia los cigarrillos electrónicos.

A principios de este año, la administración Trump anunció la prohibición de todas las cápsulas de sabores de cigarrillos electrónicos, excluyendo el tabaco y el mentol. Mientras tanto, los cigarrillos electrónicos desechables y de sistema abierto evitaron la prohibición de los sabores, pero eso podría cambiar en cualquier momento, ya que la Cámara de Representantes aprobó recientemente una legislación que acabaría con todos los cigarrillos electrónicos de sabores, incluyendo los sabores mentolados, independientemente del dispositivo. El proyecto de ley también incluye varias otras restricciones y un impuesto al consumo de nicotina. El ataque a los cigarrillos electrónicos no se limita al nivel federal. Los estados de Nueva Jersey, Massachusetts y Colorado están por establecer medidas que van desde altísimos impuestos hasta prohibiciones.

Hay que mencionar que los cigarrillos electrónicos no son absolutamente seguros. Además de la nicotina, el vapor del cigarrillo electrónico puede contener metales pesados, saborizantes tóxicos y carcinógenos. Si bien los cigarrillos electrónicos no están exentos de riesgos, los expertos están de acuerdo en que representan una amenaza considerablemente menor para la salud que los cigarrillos normales. Dado que los cigarrillos electrónicos no queman tabaco, no producen los peligrosos alquitranes y gases que causan enfermedades que se asocian con los cigarrillos normales.

Según la Salud Pública de Inglaterra, los riesgos del vapeo son alrededor de un 95 por ciento más seguros que los de fumar. Este tipo de afirmaciones también están avaladas por un estudio del 2011 en el Journal of Health Policy y organizaciones de la salud como Colegio Real de Médicos, las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina y la Sociedad Americana del Cáncer. Mientras tanto, la gran mayoría de todas las enfermedades y muertes se han relacionado con productos químicos como el acetato de vitamina E que se encuentra en los envases que contienen tetrahidrocannabinol (THC). Esto no fue reconocido inicialmente por el Centros de Control y Prevención de Enfermedades, que no divulgó esta información al público durante meses.

Dejar de fumar: el rol de los cigarrillos electrónicos

En un reciente ensayo aleatorio en donde participaron unos 900 fumadores, investigadores británicos encontraron que los cigarrillos electrónicos son casi el doble de efectivos que las ayudas para dejar de fumar aprobadas por la FDA. Resultados parecidos se encontraron en otros estudios. 

Por otro lado, se supone también que la adopción de esta práctica por parte de los fumadores sería muy beneficioso para todos los contribuyentes. Un cálculo encontró que si todos los fumadores de Medicaid, el programa de salud federal/estatal para los estadounidenses de bajos ingresos, se hubieran cambiado a los cigarrillos electrónicos en 2012, Medicaid habría ahorrado $48 mil millones – más del 10 por ciento del gasto total de Medicaid para ese año – en el tratamiento médico relacionado con el tabaquismo. Otro análisis calculó que, si tan sólo el uno por ciento de los fumadores se cambiara permanentemente a los cigarrillos electrónicos, Medicaid ahorraría $2.8 mil millones en 25 años.

Información errónea sobre los riesgos para la salud de los cigarrillos electrónicos

En 2017, las Encuestas sobre productos de tabaco y percepciones de riesgo indicó que el 36,4 por ciento de los adultos estadounidenses creía que los cigarrillos electrónicos eran tan perjudiciales como los cigarrillos normales, mientras que el 4,3 por ciento creía que los cigarrillos electrónicos eran más perjudiciales que los normales. La Encuestas de tendencias nacionales de información de salud encontró que el 55.6 por ciento de los adultos estadounidenses en 2017 creían que los cigarrillos electrónicos eran tan dañinos como los regulares, y el 9.9 por ciento creía que los cigarrillos electrónicos eran más dañinos. 

Estos resultados suponen una gran desinformación por parte de la población. Incluso cuando crecieron las evidencias en contra de estos supuestos erróneos. El fenómeno fue intensificado por el hecho de que asociaciones como El Instituto Nacional de Abuso de Drogas para Adolescentes, la Administración de Alimentos y Drogas, el Departamento de Salud de Pennsylvania y la Asociación Americana del Pulmón hicieron anuncios en donde se basaban en información errónea o en donde mencionaban los riesgos de los cigarrillos electrónicos omitiendo los riesgos relativos a los cigarrillos convencionales.

Daño en adolescentes

En EEUU, el año pasado, el 4,9% de los estudiantes de secundaria y el 20,8% de los estudiantes de preparatoria de EEUU informaron que habían usado cigarrillos electrónicos en los últimos 30 días, a pesar de este impactante dato, sin la realización de un estudio controlado resulta imposible determinar si estos adolescentes eran o no previamente fumadores.

La Encuesta Nacional Juvenil sobre el Tabaco de 2015, por ejemplo, reveló que sólo el 0,3 por ciento de los adolescentes no fumadores vapeaban regularmente y la organización Ciudadanos contra el Malgasto del Gobierno informó que de 2011 a 2017, el consumo de cigarrillos disminuyó casi un 50 por ciento entre los estudiantes de secundaria y preparatoria; lo que parece indicar que algunos estudiantes que solían tener un comportamiento riesgoso al fumar cigarrillos están pasando a usar productos menos riesgosos.

Conclusiones

Los impuestos sobre los cigarrillos, al igual que otros «impuestos sobre el consumo», tienen por objeto cambiar el comportamiento de los consumidores y mitigar los efectos indirectos de los hábitos nocivos. La imposición de impuestos similares a los cigarrillos electrónicos va en contra de esta lógica, ya que el impacto agregado en la salud pública de los cigarrillos electrónicos, en comparación con el tabaquismo, es positivo. Los altos impuestos sobre los cigarrillos electrónicos tienen el efecto beneficioso de disuadir a algunos adolescentes no fumadores de dar el salto, pero también disuaden a los fumadores de cambiarse a estas alternativas más seguras. Las restricciones excesivas o mal diseñadas del vapeo, combinadas con la información engañosa sobre los verdaderos riesgos para la salud de los cigarrillos electrónicos, están disuadiendo a los fumadores de aplicar una alternativa que podría salvar sus vidas.

Este artículo es una versión reducida y traducida al español por el Equipo de Somos Innovación del informe publicado por el American Consumer Institute.

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