Héroes del Progreso, Parte 13: James Watt

Hoy presentamos la treceava edición de una serie de artículos publicada por HumanProgress.org y titulada, “Héroes del Progreso”. Esta columna presenta una introducción breve a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. Puede encontrar la doceava parta aquí.

Nuestro treceavo Héroe del Progreso es James Watt, un ingeniero e inventor escocés del siglo dieciocho que mejoró el diseño del motor a vapor. El motor a vapor de Watt hizo que la oferta de energía fuera más eficiente y confiable que nunca antes. Esto fue fundamental para dar inicio a la Revolución Industrial.

James Watt nació el 19 de enero de 1736 en Renfrewshire, Escocia. Su padre era un exitoso constructor de barcos y Watt luego recordaría que crecer alrededor del taller de su padre tuvo una profunda influencia en sus objetivos educativos y en la trayectoria de su carrera. Debido a largos periodos de enfermedad durante su infancia, Watt fue en gran medida educada en casa.

Cuando tenía 18 años, la mamá de Watt falleció y el futuro inventor viajó a Londres para estudiar la construcción de instrumentos matemáticos, lo que implicaba aprender a construir y reparar dispositivos tales como cuadrantes, compases, y escalas. Luego de pasar un año en Londres, Watt volvió a Escocia donde produjo y reparó instrumentos matemáticos. Watt eventualmente estableció una tienda de instrumentos matemáticos en 1757, ubicada en la Universidad de Glasgow.

En 1764, Watt recibió un motor a vapor Newcomen para que lo reparara en su taller. Este era un motor viejo que había sido inventado en 1712. El motor Newcomen operaba condensando el vapor en un cilindro, que luego creaba suficiente presión para darle energía a un pistón. Mientras arreglaba el motor, observó que mucho del vapor estaba siendo desperdiciado debido al diseño de un solo cilindro de la máquina. Como la presión en el motor se creaba mediante el enfriamiento del vapor, Watt se dio cuenta de que tener que repetidamente calentar y enfriar el mismo cilindro desperdiciaba más de tres cuarto de la energía térmica del motor.

Para remediar esta ineficiencia, Watt creó en 1765 un diseño que hacía que el vapor se condensara en una cámara que estaba separada del cilindro. Esto fue revolucionario. A diferencia del motor de Newcomen, que desperdiciaba energía calentando y enfriando el mismo cilindro varias veces, el motor de Watt mantenía el cilindro en una temperatura estable conforme el vapor se condensaba en una cámara separada.

Sin embargo, debido a la falta de capital, Watt se enfrentó a dificultades para construir un motor a escala completa. Con las inversiones de Joseph Black, un físico de la Universidad de Glasgow, Watt logró crear un pequeño motor de prueba en 1766. Un años después, Watt y John Roebuck se volvieron socios. En 1769, Watt y Roebuck sacaron su famosa patente para “Un nuevo método inventado para reducir el consumo de vapor y combustibles en los motores de fuego”.

Desafortunadamente, adquirir la patente dejó a Watt sin fondos. Por lo tanto, se vio en la obligación de tomar otro trabajo —primero como un supervisor y luego como un ingeniero civil.

Siete años después, el antiguo socio de Watt quebró y un fabricante inglés llamado Matthew Boulton adquirió los derechos a la patente de Roebuck. Gracias a Boulton, Watt volvió a trabajar a tiempo completo en su motor.

Juntos, los dos hombres fundaron la empresa Boulton y Watt, y Watt pasó los próximo años mejorando la eficiencia y costo de su motor. El primer motor de vapor con doble cilindro salió al mercado el 8 de marzo de 1776, un día antes de que se publicara por primera vez La riqueza de las naciones de Adam Smith. Difícilmente estos dos escoceses se pudieron haber imaginado que estaban a punto de cambiar el mundo para siempre.

La demanda del motor de Watt creció y fue rápidamente utilizado alrededor de múltiples industrias, incluyendo las máquinas rotativas que eran utilizadas en las fábricas de tejidos de algodón, las cuales pudieron proveer ropa barata a las masas por primera vez. Finalmente, el diseño de Watt fue capaz de convertir el motor a vapor de una máquina de “eficiencia marginal en el caballo mecánico de trabajo de la Revolución Industrial”.

En 1800, una vez que la patente del motor a vapor expiró, Watt se jubiló. El 15 de agosto de 1819 Watt murió con 83 años en Birmingham, Inglaterra. Watt fue honrado con numerosos premios durante su vida, incluyendo la membrecía de las Royal Society de Londres y de Edimburgo. En 1960, la unidad de potencia watt (W) fue nombrada en su honor. En 2009, el Banco de Inglaterra puso la cara de Watt en el nuevo billete británico de £50.

La industrialización ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza. Hoy, todos los países desarrollados han atravesado el proceso de industrialización, un fenómeno que no hubiese ocurrido sin el motor de Watt y es por esta razón que James Watt es merecidamente nuestro treceavo Héroe del Progreso.

 

Fuente: El Cato

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