Héroes del Progreso, Parte 38: Cesare Beccaria

woman holding sword statue during daytime

Hoy se marca la edición número 38 en una serie de artículos publicados por HumanProgress.org titulada “Héroes del Progreso”. Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria para el bienestar de la humanidad. Puede encontrar la edición No. 37 aquí.

Esta semana, nuestro héroe es el criminólogo italiana el siglo 18 Cesare Beccaria. Beccaria fue el primer escritor moderno para abogar por la abolición del castigo capital y el fin de los castigos crueles y tortuosos. Beccaria creía que las penalidades por crímenes deberían ser proporcionales a la severidad de la ofensa y que los criminales no deberían ser castigados hasta que se demuestre su culpabilidad en una corte de Derecho. Muchos consideran que Beccaria es el padre de la justicia criminal. Gracias a su trabajo, muchas naciones se inspiraron para establecer profundas reformas legislativas que garanticen el debido proceso, y para acabar con la tortura y la pena capital.

Cesare Beccaria nació el 15 de marzo de 1738 en Milán, Italia. Su padre era un aristócrata con un ingreso moderado. A los 8 años de edad, Beccaria fue enviado a un internado jesuita en Parma. Beccaria se destacó en matemáticas, aunque sus primeros días como estudiante dieron poca indicación de su brillantez intelectual. Cuando era un niño, Beccaria era proclive a un temperamento volátil, que provocaba periodos de un entusiasmo inmenso, seguidos de periodos de depresión e inactividad —una característica que lo acompañaría el resto de su vida.

En 1754, Beccaria se inscribió en la Universidad de Pavia y para 1758, recibió su título de Derecho. A mediados de sus años veinte, Beccaria se hizo amigo de Pietro y Alessandro Verri —dos hermanos y escritores de la aristocracia de Milán. Juntos, estos jóvenes formaron una sociedad literaria llamada “La Academia de los Puños”. El grupo con un nombre divertido se dedicó a la promoción de reformas económicas, políticas y administrativas. La sociedad leía a muchos de los pensadores de la Ilustración francesa y británica y juntos establecieron su propia revista llamada Il Caffè. La revista fue realizada siguiendo el modelo del English Spectator y buscaba introducir a los italianos a las ideas de la Ilustración.

En 1763, inspirado por su participación en la Academia de los Puños, Beccaria volcó su atención al estudio del derecho criminal. Aunque no tenía experiencia previa trabajando con la justicia criminal, en 1764 Beccaria publicó su ensayo más influyente, titulado De los delitos y las penas.

El breve ensayo criticaba duramente el uso de la tortura, el poder discrecional de los jueces, la falta de consistencia e igualdad en las sentencias, y el uso de la pena capital. Beccaria argumentó que las sentencias deberían ser proporcionales a la severidad de la ofensa, y que solo deberían ser lo suficientemente severas como para garantizar la seguridad y el orden. Escribió que cualquier cosa más allá de eso constituiría una tiranía. El objetivo del ensayo de Beccaria era criticar el sistema legal existente, el cual sentía que era poco claro e impreciso, y en gran medida basado en una mezcla del Derecho romano y las costumbres locales, en lugar de estar basados en la racionalidad. Beccaria creía que la opacidad de las leyes era una forma deliberada que tenía el gobierno de controlar al pueblo.

El ensayo de Beccaria argumentó que le eficacia de la justicia criminal depende en gran medida de la certeza del castigo, en lugar de su severidad. A diferencia de muchas obras anteriores a esta, la publicación de Beccaria también abogó por el principio de que nadie debería ser sentenciado hasta que se demuestre su culpa en una corte de Derecho.

El ensayo de Beccaria se volvió un éxito y fue rápidamente traducido al francés, inglés, holandés, alemán y español. Inicialmente, por miedo de la reacción del gobierno, Beccaria eligió publicar el ensayo de manera anónima. Pero, luego de su veloz éxito, Beccaria pronto lo volvió a publicar revelando que él era al autor. Poco después de su publicación, Catalina la Grande de Rusia respaldó las ideas de Beccaria, y Thomas Jefferson y John Adams señalaron su importancia como guía para los Padres Fundadores, y como influencia para la Carta de Derechos y la Constitución de EE.UU. Las reformas legislativas en Suecia, Rusia y el Imperio Habsburgo fueron sumamente influenciadas por el tratado de Beccaria, y el ensayo ejerció una enorme influencia sobre las reformas de derecho criminal alrededor de otras partes del continente Europeo.

A fines de la década de 1760, Beccaria volcó su atención al estudio de la economía, aunque ninguno de sus trabajos posteriores adquirió el mismo éxito que De los delitos y las penas. En 1768, aceptó la cátedra de economía pública y comercio en la Escuela Palatina de Milán. Dos años después, Beccaria fue designado como miembro del Consejo Económico Supremo de Milán. Mientras estuvo en el cargo, Beccaria se enfocó en gran medida en asuntos relacionados a la educación pública y la política laboral. Uno de los reportes posteriores de Beccaria también jugó un papel importante influyendo en la posterior adopción en Francia del sistema métrico.

El último periodo de la vida de Beccaria fue manchado por dificultades familiares y problemas de salud. Las disputas en torno a propiedades entre sus hermanos resultaron en litigios, que lo mantuvieron distraído por años. Redujo el tiempo de su vista a París en 1766 debido a que extrañaba su casa y nunca volvió al extranjero. Durante muchos años, un nuevo mito creció en torno a que el silencio literario de Beccaria se debía a su expulsión del gobierno de Milán. En realidad, su silencio se debía a periodos recurrentes de depresión. Aunque Beccaría fue inicialmente entusiasta acerca de la Revolución Francesa, pasó los últimos meses entristecido por la violencia del “Reino del Terror”. Murió el 28 de noviembre de 1794 en su ciudad natal de Milán, Italia.

El trabajo de Beccaria cambió fundamentalmente y para bien los sistemas de justicia criminal en muchos países. Como el primer escritor moderno que abogó por la abolición de la pena capital, puede ser considerado como el fundador del movimiento en contra de la pena capital que todavía existe hoy en muchos países. Gracias a Beccaria, los castigos crueles e inusuales ya no son la norma en gran parte del mundo. Como resultado de su trabajo, una cantidad incomprensible de sufrimientos e injusticias se han evitado. Por estas razones, Cesare Beccaria es nuestro Héroe del Progreso No. 38.

 

Fuente: El Cato

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