La Reforestación en Islandia y en Otros Países Ricos

Cuando la población de un país se enriquece lo suficiente, sus preferencias cambian. Una tendencia bien establecida es que los países más ricos se preocupan más acerca del medio ambiente, se esfuerzan por protegerlo e incluso regeneran y recrean lo que se ha perdido.

Un ejemplo de esto es Islandia, la nación-isla en el Norte del Atlántico más conocida por los vikingos, el ambiente nevado de la serie Juego de Tronos y la vida salvaje espléndida. Por miles de años, hasta un 40 por ciento de esta isla inhóspita y majestuosa del tamaño de Kentucky estaba cubierta de bosques de abedul.

Los primeros colonos vikingos llegaron a Islandia hace alrededor de 1.150 años atrás, cortando los árboles para hacer fuego, construir barcos, para el pasto de ovejas y para obtener combustible para las fraguas de los herreros. Para alrededor del año 1000 D.C., reportó el Museo de Islandia, los bosques nativos de abedul habían prácticamente desaparecido.

Hoy, los bosques cubren menos de medio porcentaje de la isla. Eso equivale a alrededor de 492 kilómetros cuadrados en un territorio de 103.000 kilómetros cuadrados, según la Evaluación Global de Recursos Forestales de las Naciones Unidas en 2015. El mismo servicio forestal de Islandia, utilizando una definición menos restringida, cita una figura de 1,9 por ciento. Mientras que el césped, los árboles y el musgo pueden crecer y de hecho lo hacen en el paisaje sub-ártico, crecen lentamente —incluso en las tierras bajas de Islandia.

Dicho esto, los bosques islándicos están creciendo nuevamente, y lo han estado haciendo desde hace algún tiempo atrás. El Servicio Forestal de Islandia dice que el cambio de la deforestación neta a la reforestación neta sucedió en algún momento entre 1950 y 1980 —cuando los niveles de PIB per cápita se encontraban aproximadamente al nivel del Brasil actual.

Eso es precisamente lo que la curva ambiental Kuznets predeciría. Primero, durante la transformación de un país desde la pobreza y la economía agrícola hacia una economía más rica y más industrializada, su medio ambiente sufre. En alrededor de un PIB per cápita de $5.500 (en dólares de 2005), generalmente se da un punto de inflexión —las personas se vuelven más conscientes del medio ambiente y la naturaleza empieza a recuperarse.

Entre 1990 y 2015, el área de bosques de Islandia creció a una tasa compuesta de 5 por ciento al año —triplicando el área forestal de la isla. En algunos lugares, las fotos de bosques con 50 años de distancia son igual de imponentes e impresionantes como el retiro de los glaciares es sustancial y alarmante. Cerca de un quinto de los bosques que ahora vemos están clasificados como bosques naturalmente regenerados, siendo el resto plantados de una forma u otra.

Durante décadas, el servicio forestal ha financiado los esfuerzos de reforestación, y los bosques replantados son ahora algo frecuente en muchas áreas de la isla. Eso se hizo por razones comerciales así como también para proteger la tierra de la erosión. Incluso después del shock de la crisis financiera en 2008, millones de árboles se han plantado cada año, y los esfuerzos de replantar los viejos bosques y reforestar áreas nuevas abundan.

Los esfuerzos de reforestación alrededor de la isla incluyen plantar bosques en áreas donde pueden proteger a los pueblos y aldeas en contra de las tormentas de polvo que emanan de las capaz de tierra volcánica que nunca dejan de erosionarse. Los islandeses incluso están experimentando con especies no nativas de árboles que podrían abordar de mejor manera los efectos impredecibles del cambio climático en el futuro.

Inclusive en el área de tierra alta de Thorsmark, el árbol de abedul está volviendo luego de mucho esfuerzo por parte de los servicios de bosques y debido a los agricultores preocupados quienes han renunciado a sus derechos de pasto para las ovejas. Algo de la reforestación incluye tipos de árboles no nativos, como la extraña pícea plantada de manera ordenada, y los árboles de pino que son visibles a lo largo de la carrera perimetral de Islandia. Se experimenta con distintas especies, desde los icónicos y nativos árboles de abedul hasta otras especies extranjeras (por ejemplo, la pícea Sitka, el pino Lodgepole y el lárice ruso). Lentamente, la flora islandesa está volviendo.

De manera interesante, los esfuerzos de reforestación también han recibido un viento de cola favorable de una maldición inesperada —el cambio climático y el calentamiento global. Con temperaturas ligeramente más calientes y con una concentración más alta de dióxido de carbonoen la atmósfera, los retoños de los bosques en expansión de Islandia están experimentando una bonanza. El dióxido de carbono es, después de todo, alimento para las plantas y muchos lugares en Islandia que son apropiados para la silvicultura tienen una abundancia de agua por la lluvia, la nieve y el agua de los glaciares derretidos.

A lo largo de los últimos 40 años, la línea de árboles ha ido subiendo las montañas —en algunos lugares hasta por 100 metros— permitiendo que los árboles crezcan en áreas que anteriormente no estaban disponibles para la reforestación.

La deforestación de esta isla rica e inmaculada del Norte del Atlántico sucedió en gran medida debido a los vikingos rapaces, no debido a la fragua de la industria moderna. El resultado, no obstante, fue el mismo: el panorama estéril y desolado que le da la bienvenida a los visitantes en la Islandia casi libre de árboles. Gracias a la riqueza de los humanos e incluso gracias al calentamiento global —Islandia una vez más puede convertirse en una grandiosa isla con bosques.

Fuente: Human Progress

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