Los Mercados y la Desmaterialización

brown and green grass field near body of water under cloudy sky during daytime

La desmaterialización podría ser el ejemplo más importante, aunque inadvertido, de progreso ambiental en el siglo 21. Es común notar la motivación incesante de hacer más con menos ha llevado a un uso más eficiente de los recursos, de tal manera que una lata de gaseosa hoy es elaborada con una fracción del metal requerido hace 50 años atrás. Pero la desmaterialización no es solo una historia acerca de una mayor eficiencia o reducciones per cápita.

Lo que ahora se observa constituye una separación fundamental del consumo de recursos y el crecimiento económico, de tal manera que conforme las economías maduras crecen, no solo utilizan menos recursos por unidad de producción, sino que también consumen menos recursos en general. En pocas palabras, el crecimiento económico en las naciones más desarrolladas cada vez más coincide con una reducción neta en el consumo de recursos. EE.UU. en particular está en “el post-pico de la explotación de la tierra”, según Andrew McAfee en More from Less: The Surprising Story of How We Learned to Prosper Using Fewer Resources—And What Happens Next.

McAfee, un investigador científico titular en MIT, explica, “Ahora generalmente usamos menos de la mayoría de los recursos año tras año, incluso conforme nuestra economía y la población crecen”. EE.UU. utiliza menos oro, acero, aluminio, cobre, piedra, cemento, e incluso menos papel que lo que utilizaba a principios de este siglo, a pesar un continuo aumento en el producto interno bruto. El consumo anual de todo excepto 6 de los 72 recursos observados por el Servicio Geológico de Ee.UU. se encuentran en etapa “post-pico”. También utilizamos menos fertilizante y agua mientras que cosechamos más productos de la tierra. El consumo de plástico ha aumentado, así como también el uso de energía, pero estos dos también parecen estar desasociados  del crecimiento de la población y económico.

¿Cómo sucede esta desmaterialización? Algunos ejemplos podrían ser útiles. La desmaterialización de las latas de gaseosas es relativamente fácil de comprender, particularmente para aquellos de nosotros que podemos recordar las latas más pesadas del siglo 20. Las latas de aluminio pesaban 85 gramos cuando fueron introducidas en la década de 1950. Para 2011, la lata promedio pesaba menos de 13 gramos. Las latas hoy no solo son más finas y ligeras, son producidas de manera más eficiente, con menos hojas individuales de metal.

La sustitución puede ser una fuente todavía más poderosa de la desmaterialización. Considere las telecomunicaciones. Una sola fibra óptica elaborada de menos de 150 libras de silica pueden transportar el mismo volumen que múltiples cables de cobre de una tonelada. Si eso no fuera suficiente, las tecnologías satelitales e inalámbricas nos permiten evitar el uso de cables físicos totalmente. Podemos comunicarnos más y aún así usar considerablemente menos material para hacerlo. Esto no solo ahorra cobre, sino también otros recursos. Considere todo el papel ahorrado con los correos electrónicos, la banca virtual y los lectores electrónicos.

¿Los mercados o Malthus?

No se suponía que debía suceder de esta manera. A lo largo de la era moderna, los agoreros del desastre han previsto el agotamiento inminente de uno u otro recurso. El impacto humano sobre el ambiente natural era aumentar inexorablemente con el aumento de la riqueza, la tecnología y la población, inevitablemente colisionando con la capacidad natural de carga de la tierra. Parecía “lógico e inevitable” que “el inventario finito de estos recursos en el planeta algún día se agotaría”.

Aún así esto no es lo que sucedió. En cambio, “el capitalismo y el progreso tecnológico ahora nos están permitiendo generar menos impacto sobre la tierra en lugar de dejarla vacía”. Los “límites al crecimiento” de Malthus no solo han sido retrasados o impedidos; estos han sido trascendidos.

Esto no fue ni planificado ni anticipado ni es el producto de una agenda ecológica promovida por el movimiento ambientalista moderno. Desde el primer Día de la Tierra en 1970, los partidarios del medio ambiente han clamado por límites al consumo, a la tecnología, y clamado por más reciclaje. Ninguno de estos impulsos, según la visión de McAfee, hizo mucho para promover la desmaterialización. De hecho, sugiere él, presionar por el reciclaje puede que haya provisto resultados contrarios, hasta el grado en que el reciclaje atenuó las señales de precio que alentaron a los productores a hacer más con menos. Las políticas ambientalistas nacidas en la década de 1970 puede que hayan “funcionando maravillosamente bien” para reducir la contaminación y los daños ambientales relacionados con ella, pero jugaron solo una pequeña porción en la historia de la desmaterialización.

Hacemos más con menos no gracias a la regulación estatal o a la dirección administrativa, sino gracias al capitalismo y a la tecnología. Estas son las fuerzas dominantes que impulsan las desmaterialización en los países más desarrollados y podrían desatar ganancias similares en el resto del mundo. “Queremos más todo el tiempo, pero no más recursos”, señala McAfee. Queremos más de lo que los recursos nos pueden proveer, y una manera de obtener más es haciendo más con menos. El capitalismo de mercado facilita y fortalece los incentivos subyacentes que impulsan las ganancias en eficiencia y los avances tecnológicos. Esto no solo conduce hacia la desmaterialización sino que también promueve “aspectos críticos del bienestar”, incluyendo la salud y la prosperidad.

Qué queda por hacerse

Mientras que celebramos la desmaterialización y las mejoras dramáticas en muchas medidas del bienestar humano, McAfee reconoce que hay más por hacer. Él dedica la última parte del libro a considerar los retos que todavía tenemos por delante. La desmaterialización ha sucedido en las naciones más ricas, pero todavía tiene pendiente llegar a gran parte del mundo. Algunos tipos de contaminación están cayendo, pero otros—incluyendo el desperdicio de plástico y los gases de efecto invernadero—no están cayendo. También se preocupado acerca de los efectos potenciales de la concentración económica y de la “desconexión entre las personas y los declives en el capital social”. No todo producto del capitalismo y el avance tecnológico ha sido positivo, incluso si el resultado neto es bueno.

McAfee es un optimista, pero ve unas serias nubes de tormenta en el horizonte. Está particularmente preocupado acerca del aumento atmosférico de los gases de efecto invernadero y escribe que reducir “la intensidad de carbono de nuestras actividades económicas” es “la tarea más importante para los gobiernos sensatos”.

Tiene razón de estar preocupado acerca del cambio climático, pero su discusión acerca de las opciones de políticas públicas es algo superficial y desconectada del mensaje central del libro. El capitalismo liderado por el mercado y sus inherentes avances tecnológicos impulsaron la desmaterialización y podrían promover la descarbonización también, particularmente si le ponemos un precio a las emisiones de carbono. El set adecuado de políticas podría facilitar la descarbonización en energía para rivalizar la desmaterialización que observadnos en las telecomunicaciones. Aún así, la naturaleza de cualquier intervención gubernamental importa. Las políticas mal concebidas podrían debilitar los incentivos de mercado que alientan un uso más eficiente de los recursos.

No obstante, McAfee le presta poca atención a estas cuestiones. También le atribuye crédito demasiado rápido a las intervenciones por ganancias ambientales anteriores, como en el caso de las reducciones en la contaminación del aire y del agua durante la última mitad de siglo. Esas tendencias muchas veces empezaron antes de que se iniciaran las medidas regulatorias que celebra, y algunas medidas regulatorias puede que hayan causado más daño que bien.

McAfee no se propuso escribir un tratado erudito sobre la política ambiental, y More from Less no lo es. El libro relata la historia del triunfo del capitalismo por sobre la escasez material con claridad y perspicacia. Explica de manera hábil cómo la sociedad moderna ha logrado la sustentabilidad ecológica material, y como el capitalismo de mercado fue la causa de esto. En tiempos en los que el capitalismo es visto con sospecha, More from Less se hace presente en su defensa. Todavía permanecen retos globales, pero More from Less sugiere que resolver dichos retos requerirá de más capitalismo, no menos.

 

Fuente: El Cato

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