En Latinoamérica, desde la formulación del Consenso de Washington en 1989, se promovió en diversos niveles la liberalización económica respecto del comercio y la expansión de las fuerzas del mercado dentro de la economía interna. A partir de ese entonces, diversos países en la región realizaron reformas entre las que se proponía una apertura hacia el libre comercio y la inversión extranjera directa.
Así, en la década de los noventa los gobiernos adoptaron un sistema legal dirigido principalmente a ofrecer condiciones políticas y normativas favorables para la inversión privada y extranjera en el sector minero, con el objetivo de incrementar los ingresos de los países provenientes de la exportación de minerales e hidrocarburos. Brasil, Chile, México y Perú caracterizados por poseer una gran variedad y cantidad de recursos mineros concentraron grandes inversiones en el sector.
Entre varios de los efectos económicos que produjo este boom minero iniciado en los noventa, se observaron el aumento del crecimiento económico y una mayor recaudación fiscal. Un ejemplo de ello es que en el quinquenio 2001 a 2006 los ingresos percibidos por el Perú como consecuencia de la exportación de cobre se quintuplicaron. En dicha década la minería contribuyó al crecimiento económico 3,5% anual, ello relacionado al incremento de la demanda por los metales y el aumento de su precio internacional desde la misma década de los noventa.
Hoy en día, la cotización del cobre ha alcanzado un promedio anual de US$4.22 por libra, superando en más del 50% al precio promedio del periodo 2016 – 2020. En consecuencia, se ha experimentado un incremento del valor de la producción minera, la cual ha sido fundamental para elevar los ingresos de los Estados de región y contribuir a la recomposición de la recaudación fiscal, necesarios para contrarrestar los efectos de la pandemia.
Sin embargo, no todos conciben a la minería como motor de crecimiento económico. En la última década vemos que la cantidad y magnitud de los conflictos sociales y medioambientales vinculados con la actividad minera se han incrementado. Lo que muestra que existen aún retos por enfrentar, sobre todo en aquellos territorios ubicados alrededor de los centros de explotación minera. Tal descontento social, relacionado a riesgos ambientales potenciales que la minería representa, genera conflictos sociales que desalientan las inversiones.
Esto se constituye en un desafío que se debe abordar de manera adecuada. A saber, mejorar las políticas ambientales, mejorar la capacidad de gestión de los ingresos y rentas provenientes de la explotación minera, ofrecer seguridad tanto a inversores como a poblaciones de las áreas de influencia y que el desarrollo económico en los territorios tenga un correlato en la vida de las personas. Por ejemplo, la generación de oportunidades directas e indirectas, la creación de empleo, desarrollo de proveedores locales y emprendimientos son algunos de los efectos positivos que se dan entorno a las áreas de influencia minera de manera espontánea.
A pesar de los desafíos por superar, Latinoamérica cuenta con algunas condiciones favorables para las inversiones. Según el ranking del Instituto Fraser de los países más atractivos para la exploración y la inversión, Chile está en primer lugar a nivel de la región y en sexto lugar a nivel mundial. Destacan también Argentina en el puesto 22 y Ecuador en el puesto 24. Estos factores pueden representar una oportunidad potencial para sostener las economías de Latinoamérica en el actual contexto mundial; aunado a que en los próximos años se intensificará el uso del cobre en la transición hacia una economía verde y de acuerdo a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), su demanda se duplicará.
Por ello, resulta crucial abordar el tema desde varias aristas, incidir para que se generen las condiciones con impactos sociales y económicos positivos y asegurar la competitividad del sector para aprovechar el enorme potencial geológico de nuestros países.
* Heidy Paredes es actualmente Pasante en la Fundación Internacional Bases
Fuente: Somos Innovación
