Reporte Somos Innovación: Impuesto a la Riqueza

Impuesto a la Riqueza: Un Freno a la Innovación y el Desarrollo 

Autor: Anderson N. Riverol
Coordinación, diseño y edición: José Alberto León
Publicado por: Somos Innovación & Ciudadano Austral 

Una de las medidas más populares entre el sector político colectivista, obedece a la creencia de que se puede tomar a la fuerza los recursos, el patrimonio y la riqueza de personas o grupos que se considera que tienen más capacidad económica que el común, usando como instrumento para este despojo los medios del Estado. Este asalto suele ser llevado adelante a través de malabarismos constitucionales que permiten implementar impuestos excesivos a ciertas personas, violando así lo que concebimos en la república como «igualdad ante la ley».

La igualdad ante la ley es de vital importancia, porque exige que cada persona sea tratada en igualdad de condiciones, sin importar su procedencia, religión, creencias o posturas políticas. De igual forma este principio es garante de que ninguna persona sufra de discriminación y sea respetada su dignidad humana.

Para impulsar esta discriminación selectiva contra grupos que se consideran que economicamente tienen más, y se puede por consiguiente vulvernar sus derechos, los politicos colectivistas suelen utilizar la neolengua, en especifico para manipular desde la retórica a los ciudadanos y así camuflajear la violación de los derechos individuales. Entre esas palabras de la neolengua tenemos el término de «súper ricos», el cual utiliza a la envidia como uno de los factores determinantes para lograr sus objetivos, el cual es situar en un escalón inferior de ciudadanos a estos denominados « super ricos».

Sin embargo, mientras más alejados están los individuos de términos que motiven el resentimiento, la envidia y los antivalores y en sentido contrario se exalta el éxito y la superación, más riqueza material y espiritual se puede obtener como sociedad. En este mismo orden de ideas, podemos citar al sociólogo alemán Helmut Schoeck que en su obra “La envidia y la sociedad” destaca:

«La mayoría de las conquistas que distinguen a los hombres actuales, con sus evolucionadas culturas y sus matizadas y diferenciadas sociedades, de los de estadios más primitivos, es decir la historia de la civilización, es el resultado de innumerables derrotas de la envidia, esto es, de los envidiosos».

El éxito de las sociedades, no es posible cuando se odia o se usa el aparato del Estado para quitarle a quién más tiene, entre lo que hace falta para dicho éxito es que sea garantizado el respeto de la propiedad privada de todos, el cual inicia en nuestro propio cuerpo y se extiende a lo que creamos con trabajo e inteligencia.

Teniendo esto como referencia, en Chile existió un proyecto de acuerdo, impulsado por parlamentarios del Partido Comunista y el Frente Amplio que fijaba un impuesto a los «súper ricos» en el Congreso, el cual a pesar de no haber tenido éxito en meses anteriores, la nueva presidencia de Gabriel Boric representa una amenaza latente no solo a derechos fundamentales como la propiedad y la igualdad ante la ley, sino a la libertad y al desarrollo de Chile, que es el país con los mejores indicadores de Latinoamérica.

Desde ese punto de partida, donde los socialistas y comunistas tienen el poder, vale la pena recordar que la narrativa del mencionado proyecto tiene como enfoque principal la desigualdad, la cual es usada como excusa para poder obtener de los sectores productivos un equivalente al 2,5% (Como era la propuesta inicial), de su patrimonio en una epopeya igualitarista.

Lo delicado de esta lucha por la igualdad que llevan adelante estos grupos políticos, es que no implica una igualación social hacia arriba, sino hacia abajo, como efectivamente ha pasado en sociedades como Venezuela. Incluso valdría la pena evaluar si esta iniciativa política cumplirá con su misión, pero la experiencia de otros países resalta lo obvio: No puede haber ninguna nación próspera si se ataca a los que más tienen y se convierten en animales de sacrificio.

Sin embargo, resulta necesario volver a referenciar al Dr. Schoeck cuando explica las motivaciones de quienes impulsan estas propuestas y lo que puede haber detrás de ellos:

«Desde siempre se ha advertido que el envidioso apenas siente interés alguno en hacer una especie de transferencia que le convierta en propietario de los valores envidiados a un tercero. Quisiera ver al otro robado, despojado, expoliado, humillado, lastimado, pero casi nunca se imagina las cosas a modo de traspaso o beneficio propio de los bienes de otro. El envidioso químicamente puro no es ladrón ni estafador».

Detrás de los políticos existen seres humanos que dependiendo de su pensamiento, pueden ser movidos por motivaciones positivas o negativas, por lo que es claro que la expoliación es una de las peores de estas motivaciones y que su representación más reciente está en proponer impuestos excesivos a ciertos grupos.

La labor del gobierno debe ser muy clara, la cual es velar por el respeto de los derechos individuales, y eso incluye el respeto de los derechos de aquellos que tienen más y de aquellos que no tienen nada, todos iguales ante la ley. El canibalismo a la riqueza impulsado por bajos sentimientos como la envidia o con una lógica de ideologías fracasadas del siglo XX no son el mejor remedio para combatir a la pobreza, ni es justificable siquiera en tiempos de crisis.

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