Herencias y Criptomonedas…

Interesantísimo artículo en Recode, titulado «Inheriting bitcoin is harder than it sounds«, y que hace referencia precisamente al problema que supone tener fondos en criptomonedas si su propietario muere sin dejar información completa sobre los datos necesarios para acceder a esos fondos.

Con ya más de un 16% de norteamericanos que cuentan con inversiones en criptomonedas, con muchos analistas recomendando invertir entre un 1% y un 5% de nuestro patrimonio en este tipo de activos, y hasta con anuncios en el intermedio de la Super Bowl sobre el tema, la eventualidad de un fallecimiento inesperado convierte el problema en algo que puede llegar a ser relativamente habitual.

¿Dónde está el problema? Precisamente, en la naturaleza completamente descentralizada de las criptomonedas, que hace que si alguien pierde las claves para acceder a un wallet, no tenga posibilidad alguna de recurrir a ningún tipo de autoridad central o servicio al cliente que reconozca que, como legítimo heredero, tiene derecho a hacerse cargo de esos fondos. Los fondos permanecerían en la cadena de bloques como ocurre en el caso de muchos usuarios, sobre todo de cuando las criptomonedas comenzaron a popularizarse, pero no se podría acceder a ellos. Si perdemos nuestras claves o nuestros herederos no las tienen, ya puedes llamar al mismísimo Satoshi Nakamoto o a Vitalik Buterin, que no van a poder hacer nada para ayudarte.

Lógicamente, la naturaleza descentralizada deja de serlo tanto cuando se introduce una herramienta en medio, como un servicio de custodia. De hecho, compañías como Coinbase o Binance, que almacenan tus criptomonedas por ti en sus monederos y te permiten operar con ellas mediante únicamente un login, reducen el problema porque incorporan mecanismos para que una persona pueda demostrar que es el legítimo heredero de un usuario fallecido, y pueda acceder a sus fondos. Por el momento, no permiten aún designar herederos en la plataforma, pero sí establece un mecanismo de reclamación.

El problema es mayor si uno custodia sus propias criptomonedas: en ese caso, es preciso o bien compartir las claves con los herederos, o bien compartir, cuando menos, unas instrucciones de acceso, suponiendo además que tendrán los conocimientos necesarios para utilizarlas. En el caso de un wallet físico u online, esto incluye proporcionar acceso a la serie de palabras que permiten acceder al mismo, palabras que se suele recomendar, por seguridad, no almacenar digitalmente ni siquiera en tu gestor de contraseñas, lo que implicaría, por ejemplo, dejarlas anotadas físicamente en algún lugar seguro.

De hecho, empiezan a surgir servicios relacionados con el tema, como Inheriti, de Safe Haven; o Casa, encargados de custodiar el acceso a tus criptomonedas y de solucionar el problema de su herencia. Pero como en el caso de los exchanges centralizados, tienen también problemas, por convertirse en auténticas minas de oro que llaman la atención de los ciberdelincuentes: lograr acceder a este tipo de servicios puede llegar a suponer un botín muy importante.

Estamos ante una parte importante del proceso de normalización de las criptomonedas: del mismo modo que ocurre con las sanciones a Rusia, que han puesto de manifiesto que aunque las criptomonedas son centralizadas y completamente neutrales, se pueden establecer controles a su uso acudiendo a los servicios que la mayoría de la gente utiliza para gestionarlas – que sí son centralizados, – hablamos de una circunstancia, la muerte, que también nos encontraremos más tarde o más temprano, y con la dificultad de que no podemos simplemente, como ocurre con una cuenta bancaria, despreocuparnos y esperar que nuestros herederos obtengan el acceso de manera rutinaria probando nuestro fallecimiento.

Nuevos tiempos, nuevas preocupaciones…

 

Fuente: Enrique Dans

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