Héroes del Progreso, Parte 23: Willis Haviland Carrier

factory rooftop

Hoy presentamos la edición No. 23 de una serie de artículos de HumanProgress.org titulada «Héroes del Progreso«. Esta columna presenta una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. Puede encontrar la parte No. 22 de esta serie aquí.

Esta semana, nuestro héroe es Willis Haviland Carrier, el ingeniero estadounidense que creó la primera unidad de aire acondicionado. Este invento nos alivia del calor del verano; le permitió a nuestra especie habitar lugares anteriormente inhospitables; aumentó la productividad del trabajo cuando fue instalado en las fábricas y oficinas alrededor del mundo; y salvó millones de personas de sufrir muertes relacionadas con el calor.

Willis Carrier nació en una hacienda familiar en Angola, Nueva York el 26 de noviembre de 1876. Carrier asistió a Central High School en Buffalo, Nueva York y, en 1897, obtuvo una beca estatal para cursar una carrera de cuatro años en Cornell University. En 1901, Carrier obtuvo título en Ciencias de Ingeniería con especialización en ingeniería eléctrica. Ese mismo año, empezó a trabajar como ingeniero investigador para Buffalo Forge Company, una empresa basada en Nueva York que diseñaba y fabricaba motores y bombas a vapor.

Carrier pasó los primeros meses de su nuevo trabajo trabando en un sistema de calefacción utilizado para secar madera y café. En 1902, la Sackett-Wilhelms Lithographing & Publishing Company le pidió a Buffalo Forge diseñar un sistema para controlar la humedad en la fábrica de su empresa. Las temperaturas altas y los altos niveles de humedad en la imprenta de Sackett-Wilhelms resultaban en que el papel de impresión muchas veces absorbía la humedad del aire lo cual luego causaba que el papel se expandiese. Esto era un problema, porque los colores utilizados en el proceso de impresión no quedaban alineados cuando el papel cambiaba de tamaño, arruinando así el proceso de producción.

Carrier decidió abordar este problema. Al hacerlo, acabó creando la primera unidad de aire acondicionado en 1902. La invención de Carrier controlaba la temperatura, la humedad y la circulación de aire, mientras que también limpiaba el aire en la imprenta de Sackett-Wilhelms. Esta unidad funcionaba absorbiendo aire a través de un filtro, luego pasando el aire sobre unos rollos llenos de refrigerante, y después ventilando hacia afuera el aire recientemente enfriado y deshumidificado. Ese año, el New York Stock Exchange se convirtió en el primer edificio en tener aires acondicionados. El 2 de enero de 1906, Carrier obtuvo la patente de un «Aparato para tratar el aire».

En 1915, luego de que la empresa Buffalo Forge decidiese enfocarse exclusivamente en fabricar en lugar de diseñar productos nuevos, Carrier y seis ingenieros más reunieron sus ahorros de toda una vida de $32.600 ($826.800 en dinero de hoy) para crear la Carrier Engineering Corporation. Con su nueva empresa, Carrier empezó a expandir el uso de las unidades de aire acondicionado vendiéndoselo a hoteles, tiendas departamentales, cines y hogares privados. Sus unidades incluso fueron instaladas en la Casa Blanca, el Congreso de EE.UU. y en Madison Square Garden.

Luego de experimentar problemas financieros como resultado del estallido de la Gran Depresión, la corporación de Carrier se fusionó con Brusnwick-Kroeschell Company y con la Corporación York Heating & Ventilating para formar la Carrier Corporation, quedando Carrier como Director de la junta de la corporación. Carrier se pasó el resto de su vida mejorando el diseño y funcionalidad de sus unidades de aire acondicionado. Murió el 7 de octubre de 1950 en la ciudad de Nueva York.

Carrier murió antes de presenciar el inmenso auge en la popularidad de los aires acondicionados durante la bonanza económica de la posguerra en la década de 1950, la cual vio a los aires acondicionados esparcirse rápidamente a lo largo de todo el país y hacia otras partes del mundo. Gracias al invento de Carrier, la humanidad fue capaz, por primera vez en la historia de la humanidad, de controlar el clima de manera consistente dentro de los edificios.

El economista Walter Oi de la Universidad de Rochester señaló que en las tiendas de máquinas, la productividad laboral se encuentra en su punto máximo cuando la temperatura es de 65 grados Fahrenheit y cuando hay una humedad de entre 65 y 75 por ciento. La productividad se reduce en un 15 por ciento cuando hay una temperatura de 75 grados Fahrenheit y en un 28 por ciento cuando se encuentra en 86 grados Fahrenheit. Además, la tasa de accidentes en el trabajo es un 30 por ciento más alta cuando la temperatura es de 77 grados Fahrenheit que cuando esta se encuentra en 67 grados Fahrenheit. Oi argumentó que fue la introducción del aire acondicionado lo que provocó que el valor agregado por cada empleado en la manufactura en el sur de EE.UU. aumentara de 88,9 por ciento del promedio nacional en 1954 a 96,3 por ciento del promedio nacional en 1987.

Todavía más impresionante, señaló Oi, fue el impacto de los aires acondicionados en la tasa de mortalidad de EE.UU., que solía ser más alta en el verano e invierno que en primavera y otoño, y mucho más alta en el sur de EE.UU. que en el norte de EE.UU. En 1951, la tasa de mortalidad infantil en el sur era un 45 por ciento más alta que en Nueva Inglaterra. Para 1990, era solo un 13 por ciento más alta.

En 1942, Carrier recibió un Doctorado honorario en Letras de Alfred University. Ese mismo año, recibió la Medalla Frank P. –un premio otorgado por la excelencia en la ingeniería y las ciencias. En 1985, Carrier fue inducido de manera póstuma al Salón de la Fama para Inventores Nacionales. Desde su creación, el aire acondicionado ha salvado y mejorado las vidas de millones de personas. Es por estas razones que Willis Haviland Carrier es nuestro Héroe del Progreso No. 23.

 

Fuente: El Cato

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