La Gripe Española Fue Horrorosa… ¡Pero la Superamos!

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Los cambios temporales de comportamiento necesarios para retrasar la propagación del coronavirus conllevan costos económicos reales. Estos costos son difíciles de evaluar dado que la situación actual no tiene precedentes recientes. ¿Hay lecciones del pasado que puedan iluminarnos?

La respuesta es sí. Se pueden extraer tres lecciones de la historia económica que podrían ayudarnos a comprender mejor la situación actual.

Primero, analicemos el caso de una pandemia bien conocida que provocó una contracción económica, a saber, la gripe española, que se extendió por todo el mundo hacia el final de la Primera Guerra Mundial. Matando al menos a 50 millones de personas en el lapso de unos pocos meses, la gripe española provocó una recesión. Los datos mensuales de los Estados Unidos sobre la producción industrial y la actividad comercial sugieren una caída de entre 16% y 25% entre julio de 1918 y marzo de 1919. Para poner esto en perspectiva, esto es equivalente en términos de rapidez a la caída observada durante los primeros cuatro años de la gran Depresión.

De estas estadísticas, podemos extraer una primera lección importante. Entre marzo de 1919 y enero de 1920, los índices de actividad económica sugieren un crecimiento del 22% al 25%. El repunte habría continuado si no hubiera sido por cambios drásticos en la política monetaria que lo detuvieron. Esta es una recuperación impresionante dado que la gripe española atacó cruelmente a los adultos jóvenes, es decir, aquellos en la flor de la vida. Dado que la cantidad de muertes proyectadas actualmente no se acerca a las observadas durante la gripe española, y la duración promedio de las recesiones ha estado disminuyendo desde finales del siglo XIX, es muy posible que veamos una recuperación rápida.

Ante una crisis temporal, es perfectamente recomendable adoptar medidas de apoyo específicas para minimizar el sufrimiento financiero de las familias desempleadas.

La segunda lección se refiere a los efectos a largo plazo de la reducción en el crecimiento económico potencial causado por la gripe española. Al examinar los datos sobre la salud de los niños pequeños y las mujeres embarazadas, muchos estudios muestran las consecuencias significativas de la gripe española. Estar expuesto a la enfermedad en el útero o a una edad muy temprana tuvo el efecto de limitar los logros académicos y los ingresos de adultos de niños afectados por esta gripe. Estos efectos se observaron en muchos países, como Japón, Suecia y Estados Unidos.

Por lo tanto, lo que debería preocuparnos es el efecto a largo plazo, es decir, las cicatrices dejadas por una crisis de salud. Si bien no es insignificante, el daño causado al potencial económico a largo plazo por la gripe española no parece inmenso. Deberíamos estar seguros de que, dado que el coronavirus en este momento no parece destinado a alcanzar la magnitud de la gripe española, podemos esperar que los efectos a largo plazo sean aún más bajos. Por lo tanto, hay una razón para estar tranquilo.

Sin embargo, hay una tercera lección importante que extraer de la literatura empírica que mide los diferentes factores que influyen en la velocidad de la recuperación económica después de una crisis importante (por ejemplo, una catástrofe natural, una epidemia o una crisis financiera). Esta literatura sugiere que a los países con instituciones más flexibles les va mejor. Por ejemplo, un estudio publicado en el European Journal of Political Economy que estudió 212 crisis económicas en 175 países entre 1993 y 2010 encontró que son los países con instituciones más abiertas a la competencia y la actividad empresarial que experimentan las recesiones menos severas, así como las recuperaciones más rápidas.

Y así, si bien las medidas de apoyo para los trabajadores afectados son justificables, los gobiernos deben asegurarse de no hacerle la vida más difícil a los empresarios. Si las políticas públicas son contraproducentes, pueden alargar la recesión y ralentizar la recuperación. Por lo tanto, se requiere prudencia y se deben evitar los excesos para minimizar los costos a largo plazo.

Estas tres lecciones, tomadas en conjunto, deberían tranquilizarnos y guiarnos en los próximos meses.

Nota: Este es un resumen de un estudio realizado por el autor para el Instituto Económico de Montreal.

Traducido por el Equipo de Somos Innovación. 

Fuente: American Institute for Economic Research (AIER)

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