El lunes 14 de junio por la noche fueron el vino australiano y el cordero británico los que alimentaron el acuerdo de un tratado de libre comercio entre el Reino Unido y Australia entre los primeros ministros Boris Johnson y Scott Morrison. La cena resultó ser una comida muy satisfactoria para ambas partes, marcando el primer nuevo acuerdo comercial que Gran Bretaña realiza desde que abandonó la Unión Europea hace casi cinco años.
El acuerdo ofrece una amplia gama de productos, desde galletas y coches hasta whisky, tecnología, servicios financieros y visados de trabajo para jóvenes. Y lo que es más importante, no se trata de un esfuerzo impulsado por las élites. El acuerdo parece ser popular entre los ciudadanos. Una encuesta reciente realizada por el Instituto Adam Smith y el CT Group indica que el 65% de los británicos apoya el acuerdo con Australia y el Reino Unido, mientras que el 5% se opone. El acuerdo cuenta con un respaldo mayoritario en todo el espectro político, así como en Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia.
La encuesta también reveló que los británicos están realmente entusiasmados con la perspectiva de consumir más productos australianos, tener más libertad de movimiento y reconocer las cualificaciones. También están interesados en las perspectivas del impulso económico del acuerdo comercial, que sin duda creará puestos de trabajo y oportunidades globales para la industria británica.
Por desgracia, la mayor parte de la cobertura mediática del acuerdo ha sido agridulce. Los medios de comunicación han dedicado interminables horas de emisión y columnas a los grupos de presión agrícolas. Los que se oponen al acuerdo se han apresurado a enmarcarlo como un ataque a las instituciones británicas y a algunas partes del país en particular, como Escocia. En realidad, el acuerdo entre Australia y el Reino Unido, al eliminar las barreras y reducir los aranceles de los productos, desde el salmón escocés hasta el whisky, sólo impulsará a las empresas británicas y reforzará las relaciones. Y lo que es más importante, ampliará las posibilidades de elección de los consumidores en todo el país.
El fuerte apoyo popular al acuerdo no refleja apatía hacia la «difícil situación» de los agricultores británicos. De hecho, refleja una fuerte creencia en la capacidad de los británicos para competir en la escena mundial, para producir un producto de alta calidad a un precio razonable. La mencionada encuesta reveló que el 64% de los británicos cree que los agricultores deben competir en igualdad de condiciones con los competidores extranjeros. Este es un testimonio de la fe y el orgullo de los ciudadanos en nuestros agricultores. Creemos que la industria agrícola no sólo sobrevivirá a este acuerdo, sino que prosperará gracias a él.
En cualquier caso, Australia y el Reino Unido son dos de las mayores democracias del mundo, y no podemos permitir que una minoría nos obligue a guardar silencio y a dejar de aprovechar esta oportunidad. No podemos permitir que esta minoría bloquee la cobertura de otras industrias y personas a las que este acuerdo afectará positivamente.
Personalmente, como joven británica, lo que más me gusta son las oportunidades que este acuerdo ofrece a los jóvenes del Reino Unido y de Australia. Después de un periodo tan largo de bloqueo en el Reino Unido, un acuerdo que facilita y abarata los estudios, el trabajo y la vida en Australia es emocionante.
Antes del acuerdo, muchos profesionales que esperaban trabajar en Australia se veían impedidos de hacerlo debido a los exámenes de homologación adicionales necesarios para ejercer su oficio. Estos exámenes eran desalentadores, llevaban mucho tiempo y eran totalmente inútiles. Para las personas que trabajan en sectores como el de la enfermería, este acuerdo les dará la oportunidad de moverse entre países y maximizar sus carreras.
Los ciudadanos apoyan este acuerdo entre Australia y el Reino Unido. Estamos dispuestos a construir una Gran Bretaña global, a abrazar el libre comercio y a fortalecer las relaciones con nuestros compañeros del otro lado del mar. Puede que tenga debilidad por los Tim Tams, pero los acuerdos comerciales nunca han tenido un sabor tan dulce.
Traducido por el Equipo de Somos Innovación
Fuente: 1828
