Respaldemos la Próxima Generación de Energía Nuclear con una Mejor Regulación

La fusión nuclear siempre está a 20 años, o así dice el dicho. Aún así los científicos están convencidos de que esta vez, está más cerca que nunca. Un grupo de investigadores en MIT recientemente publicaron una serie de siete estudios que dicen demostrar la viabilidad de un reactor de fusión nuclear compacta que ellos están desarrollando. A diferencia de las plantas de fisión nuclear que separaban los átomos de uranio para que estos liberen energía, los reactores de fusión imitan la producción de energía solar al colisionar átomos de hidrógeno. Este proceso de “fusión” libera cuatro veces más energía que una reacción de fisión, mientras que produce menos radioactividad y desperdicio. Si las investigaciones de MIT son precisas, entonces el futuro de la energía nuclear es, de hecho, muy brillante.

Los Reactores Pequeños Modulares (SMRs, por sus siglas en inglés), un tipo de tecnología de fisión nuclear de próxima generación, también están siendo desarrollados, en gran medida a través del liderazgo en el sector privado. Aunque no tan revolucionarios como la tecnología de fusión, estas plantas nucleares más pequeñas prometen ser más baratas, de construcción más rápida, y más seguras que sus contrapartes más antiguas. Es importante que la tecnología de fisión ya está totalmente establecida y es comercialmente viable.

Mucho del optimismo en torno a los avances nucleares tienen que ver con las innovaciones en el sector privado que están siendo generadas y afinadas por los científicos e ingenieros alrededor del mundo. De hecho, estos innovadores son correctamente vistos como los líderes de la fuente energética más revolucionaria que haya sido descubierta por la humanidad. Aún así, es imposible pasar por alto un obstáculo crucial para cualquier tipo de innovación: el proceso regulatorio. Aunque es típicamente mejor mantener las burocracias lejos de las nuevas innovaciones, es aquí donde el estado tiene la oportunidad de aprender de sus errores pasados, y ser tanto atrevido como pionero. Los principales problemas a los que se enfrenta la energía nuclear de la próxima generación, ya sea de fusión o de pequeños reactores nucleares, son los requisitos de licencias y regulaciones normativas de la Comisión Regulatoria Nuclear (NRC, por sus siglas en inglés). Durante décadas, las únicas plantas nucleares viables han sido grandes, los reactores ligeros enfriados con agua que más o menos han permanecido en términos de diseño. La NRC ha adoptado una estrategia de regulaciones normativas frente a estas tecnologías existentes. Eso significa que la agencia crea requisitos específicos de seguridad y diseño a las que cada proyecto debe adherirse, en lugar de fijar estándares de seguridad que permitan que las empresas experimenten con el diseño más efectivo, para que estos sean sometidos a un proceso de aprobación.

Dicha estrategia no solo obstaculiza la innovación en los diseños de reactores, sino que también es representativa del régimen regulatorio de “mejor-seguros-que-arrepentidos”. Los estudios muestran que las regulaciones nucleares introducidas en la década de 1970 aumentaron la cantidad de concreto por megavatio en 27 por ciento, de cables eléctricos en un 36 por ciento, de acero en un 41 por ciento, y de tuberías en un 50 por ciento. Una de las razones por las que los reguladores han adoptado una estrategia tan severa frente a la energía nuclear es el peligro percibido de accidentes nucleares. Mientras que la preocupación de seguridad es exagerada incluso para los diseños tradicionales —los estudios indican que la energía nuclear es responsable de la menor cantidad de muertes frente a cualquier otra fuente energética— la estrategia de la NRC es simplemente absurda para los reactores nucleares de la próxima generación. De hecho, tanto la fusión como los diseños de los SMRs construyen mecanismos pasivos de seguridad, los cuales automáticamente apagan una planta en caso de un accidente. Aplicar el marco regulatorio existente pero obsoleto a una nueva generación de tecnologías de reactores que son distintas es la manera más certera de socavar la muy necesitada innovación y el aumento de escala.

Mientras que los SMRs ya han estado atravesando este proceso con la NRC, a un gran costo de dinero y tiempo, se requiere de una simplificación regulatoria para fomentar todavía más la disponibilidad de estos pequeños reactores, y proveerle a los diseños de fusión un camino seguro hacia la viabilidad comercial. Garantizar certidumbre en el proceso regulatorio es crucial para el futuro de la energía nuclear.

Primero, es vital que cualquier proceso de licencias diseñado por la NRC sea basado en el desempeño y que sea tecnológicamente inclusivo, en lugar de ser normativo. De hecho, como el científico inglés Matt Ridley y yo hemos señalado en este sitio Web anteriormente, la innovación prospera con la experimentación, con las pruebas y errores, y con la creatividad. Permitir que varios tipos de diseños de reactores compitan por lograr la costo-efectividad y la seguridad ejercerá presión hacia arriba sobre la innovación, y presión hacia abajo sobre el tiempo y el costo.

Segundo, como lo ha pedido el Director de la Asociación de la Industria de Fusión, la fusión y fisión nuclear debería ser totalmente separada del proceso regulatorio. Considerando los diseños de seguridad inherentes a los reactores de fusión, sería contra-producente restringirlos al paradigma regulatorio de los reactores de fisión. Un marco específico debe ser diseñado que solo aplique a los reactores de fusión nuclear y evite enredar a los diseños más antiguos con aquellos más nuevos y seguros. Este marco debería tener en cuenta el perfil de riesgo mucho menor de la fusión.

Finalmente, la innovación viene del sector privado y los científicos, pero solo puede prosperar cuando no es socavada por la distorsión estatal. Mientras que es por supuesto razonable que los políticos garanticen que la próxima generación de reactores nuclear sean seguros, un marco regulatorio más basado en el mercado y de intromisión ligera es necesario para evitar obstaculizar la innovación. Un camino claro que provee certidumbre regulatoria para las próximas décadas es crucial para asegurar que EE.UU. ocupe su lugar como el líder mundial de las tecnologías nucleares de la próxima generación.

Fuente: Human Progress

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