El Retorno de los Muertos: Contrarrestando la Extinción

green T-rex toy on white stair

Los animales se mueren todo el tiempo. Algunas veces tanto que especies enteras se extinguen —una pérdida terrible para la biodiversidad y para el sistema ecológico de nuestro mundo. Un artículo de National Geographic el año pasado prologó una discusión acerca de las especies que se están extinguiendo señalando que “más de 99 por ciento de los organismos que han vivido alguna vez en la tierra se han extinguido”.

A lo largo de milenios los humanos han circulado la tierra e impactado nuestro planeta, nuestra especie ha contribuido de manera importante al proceso de extinción. En años recientes, han surgido miedos de que la industrialización está relegando formas de vida únicas a los basureros de la historia evolutiva más rápido que cualquier momento en el pasado —algo como 100 a 1.000 veces las llamadas “tasas de fondo” de extinción natural.

Uno puede discutir acerca de la velocidad precisa con la que las actividades humanas están causando la extinción de otras especies. La International Union for Conservation of Nature (IUCN) mantiene una lista, la Lista Roja de Especies Amenazadas, que evalúa y monitorea el desarrollo de las especies, y clasifica la amenaza para cada animal según una escala de seis categorías. De las 120.000 especies evaluadas, algunas 30.000 son consideradas “bajo amenaza”.

Para tener algo de perspectiva, los cálculos sugieren que hay alrededor de 9 millones de especies en el planeta. Muchas de estas especies ni siquiera tienen un nombre, ni están amenazadas de extinción. La IUCN admite de manera explícita la dificultad de tratar de determinar cuántas especies de hecho se están extinguiendo:

“Dado que el riesgo de extinción ha sido evaluado para menos del 5% de las especies descritas del mundo (ver Cuadro 1), la IUCN no puede proveer un cálculo preciso de cuántas de las especies del planeta están siendo amenazadas”.

Muchas especies que erróneamente se creyó que estaban rápidamente deslizándose hacia la extinción han visto importantes avances en sus números. Por ejemplo, el tigre bengalí era considerado una especie en peligro, habiendo supuestamente 2.000 a 3.000 en la selva. Sin embargo, el gobierno de la India, el país con la mayoría de los tigres del mundo, reportó en 2018 que habían 2.967 tigres salvajes en la India solamente. Eso era un incremento de 33 por ciento en relación a los números de 2014.

A fines de 2018, la IUCN reportó que la amenaza para las ballenas de aleta, el segundo mamífero más grande del planeta, y para el gorila de montaña, ese símbolo icónico de la depredación humana, había disminuido en algo, y que ambas especies habían sido ubicadas en categoría de menor riesgo. Lo mismo es cierto para el leopardo de las nieves de Asia Central, cuya amenaza recientemente se vio disminuida a la categoría “Vulnerable”, y para el elefante africano.

Es difícil ubicar en un mapa a todas las especies del mundo —o incluso a la mayoría de ellas. Por ejemplo, el Censo de Vida Marina, un esfuerzo de 10 años para ubicar en un mapa y registrar las muchas formas de vida del mar, encontró miles y miles de especies marinas nuevas que o pensábamos que estaban extinguidas o no sabíamos que existían en primer lugar.

Debido a su tamaño y capacidad de ser observados, los mamíferos y las aves son más fáciles de contar que los crustáceos en lo profundo del océano o los escarabajos en la Amazonía. Juzgando por la tasa de extinción de los mamíferos, para la alertada avalancha de extinciones todavía faltan algunos siglos, incluso si los cálculos más extremos de la velocidad actual de extinción son precisos.

Además, durante los últimos 500 años solo unos 80 mamíferos están registrados como especies que se extinguieron. En su libro, More From Less, Andrew McAfee, un miembro de la junta de HumanProgress.org, discute cómo las extinciones relativamente raras registradas son alrededor de 530 a través de todas las especies durante los últimos cinco siglos. Más importante todavía, señala él, la tasa de extinción “parece haberse desacelerado en décadas recientes; por ejemplo, ninguna criatura marina se ha registrado como extinta durante los últimos cincuenta años”.

Matt Ridley, otro miembro de la junta y contribuyente frecuente del sitio, argumenta que a pesar de la duplicación de la población humana durante la última mitad de siglo, “la tasa de extinción de las especies salvajes, especialmente en los países más industrializados”, parece haber caído en lugar de haber aumentado. Mientras que la ausencia de evidencia no es lo mismo que evidencia de ausencia, y aunque puede que haya millones de especies no registradas en los océanos y bosques tropicales del mundo, las afirmaciones más agresivas se basan en fundamentos dudosos.

McAfee reporta que la humanidad ahora está activamente ayudando la biodiversidad en al menos tres maneras importantes. Primero, con el poder de la genética y la clonación, pronto podremos hacer que vuelvan a la vida animales que desafortunadamente se han extinguido. Segundo, mediante el uso de la tecnología y el esfuerzo humano coordinado, podríamos erradicar a los depredadores invasores de las islas, donde están amenazando a la vida salvaje local. El proyecto “Libre de depredadores 2050” de Nueva Zelanda y la exterminación de ratas y ratones invasores en las islas del Sur de Georgia en el sur del Atlántico son buenos ejemplos de estos esfuerzos. Tercero, al cruzar entre distintas especies y seleccionar plantas y especies según sus características deseables, los humanos han creado de manera efectiva nuevas especies. El escritor de naturaleza Steward Brand concluye que, contrario a la opinión popular, “estamos enriqueciendo algunos ecosistemas que alguna vez agotamos y desacelerando la merma de otros”.

Otro descubrimiento impresionante son las llamadas especies Lázaro o animales que fueron considerados extintos, pero que han vuelto a aparecer. En 2010, los científicos australianos Diana Fisher y Simon Bloomberg reportaron que más de un tercio de “las especies mamíferas que han sido clasificadas como extintas o posiblemente extintas, o marcadas como perdidas, han sido re-descubiertas”. Entre 1981 y 2001, los científicos re-descubrieron 89 especies distintas de plantas que una vez se creyó que estaban extintas solamente en Australia.

El Tamarraw, por ejemplo, un animal similar al búfalo y nativo de las Filipinas, también se creía que había estado extinto desde 1992 —hasta que los biólogos encontraron un grupo de ellos en un santuario de vida silvestre en el Occidente de Mindoro el año pasado. Las tortugas, famosas por sus largas vidas, también han tenido una especie retorno a la vida. La tortuga gigante Fernandina, desde hace mucho creída en extinción, hizo una re-aparición el año pasado en las Islas Galápagos. La IUCN re-clasificó la tortuga de extinta a “peligro crítico”, y la tortuga femenina fue llevada al centro de crianza, mientras que la búsqueda de más individuos de su especie continúa.

En muchos otros países, las especies en extinción siguen apareciendo: desde las aves de mar hasta las aves sin capacidad de volar en Nueva Zelanda que no han sido vistas desde hace siglos, hasta las abejas más grandes del mundo en Indonesia, hasta los sapos y caimanes colombianos que no se habían visto en décadas. Las especies en extinción, parece, aportan grandes re-descubrimientos.

Lentamente, los humanos estamos enmendando nuestros excesos del pasado. Lo que queda claro es que la resiliencia de la naturaleza es más fuerte de lo que pensábamos. Muchas especies pueden adaptarse a las circunstancias cambiadas, migrar a distintos hábitats, y más importante todavía, vivir y operar donde no están siendo directamente observados por científicos y biólogos de vida silvestre.

Los esfuerzos de conservación que crían especies en extinción en cautiverio antes de re-introducirlos en la selva son claras señales de la capacidad y el deseo de los humanos de re-poblar la tierra con las especies amenazadas de extinción. Con los avances tecnológicos, los re-descubrimientos de especies, y el crecimiento económico continuo que devuelve más tierra a la naturaleza, el inicio de todavía más extinciones de vida silvestre luce improbable.

Fuente: Human Progress

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