Con la inflación en alza y la guerra de Ucrania, que ha provocado un aumento de los precios de los alimentos a nivel mundial, el Gobierno busca, con razón, formas de aliviar la presión sobre los consumidores y hacer que el Reino Unido sea más autosuficiente. La edición genética tiene el potencial de revolucionar la agricultura, aumentando el rendimiento de los cultivos, mejorando la resistencia a las enfermedades y reduciendo la necesidad de pesticidas perjudiciales para el medio ambiente. Pero la innecesaria burocracia de la UE se ha interpuesto en el camino del progreso, hasta ahora.
Hasta este año, el Reino Unido cumplía la legislación de la UE que controla el uso de organismos modificados genéticamente (OMG). Esta legislación retenida exigía que todos los organismos editados genéticamente (GE) se clasificaran como OGM, independientemente de que pudieran producirse por métodos tradicionales como la cría selectiva. Esto significaba que se requerían años de cría para producir un cultivo con rasgos específicos en lugar de crear el cultivo en un laboratorio de investigación. Esto aumentaba drásticamente los costes de inversión y desincentivaba la innovación en el campo. Sin embargo, el proyecto de ley sobre tecnología genética anunciado recientemente por el Gobierno elimina esta burocracia heredada que rodea las pruebas de los cultivos editados genéticamente, separándolos de los OMG y eliminando las barreras para probar la tecnología.
Los cultivos editados genéticamente pueden aportar enormes beneficios. Por ejemplo, la tecnología permite desarrollar cultivos más resistentes a plagas y enfermedades, reduciendo la necesidad de herbicidas e insecticidas, y protegiendo a nuestras abejas y otros insectos polinizadores. El año pasado, el Gobierno permitió el uso de emergencia de neonicotinoides, conocidos por ser perjudiciales para los polinizadores, con el fin de proteger el rendimiento de los cultivos, a pesar de las pruebas de que las poblaciones de insectos voladores en el Reino Unido han disminuido aproximadamente un 60% desde 2004. Ante esta alarmante caída de la biodiversidad, cada vez es más evidente la necesidad de desplegar a escala los cultivos editados genéticamente para ayudar a invertir esta tendencia.
Las poblaciones de insectos no serían las únicas beneficiadas: la edición genética también puede aumentar el rendimiento de los cultivos y reducir el uso del agua, lo que permitiría dedicar más tierras de cultivo a setos, iniciativas de reverdecimiento y reforestación sin sacrificar la productividad.
Está claro que la edición genética tiene el potencial de revolucionar la agricultura británica y beneficiar a toda la industria agrícola: desde las empresas de biotecnología, que podrán utilizar mejor la tecnología, hasta los agricultores, que podrán aumentar su producción, y los consumidores, que estarán más protegidos frente a la escasez de alimentos. Hay que crear más políticas e incentivos para que cada uno de estos grupos pueda ver realizado este potencial.
El Reino Unido ya es líder mundial en secuenciación genética y genómica, como demuestra nuestra capacidad para identificar rápidamente nuevas variantes del Covid-19 durante la pandemia y hacer pruebas a cientos de miles de personas al día para detectar la enfermedad. En 2020, el Gobierno anunció una nueva estrategia «Genome UK» para consolidar el estatus del Reino Unido como líder mundial en el diagnóstico y la prevención de enfermedades humanas. La creación de una estrategia similar para ampliar las capacidades de edición genética del Reino Unido tendría amplios beneficios en la reducción de insecticidas y herbicidas e incentivaría una mayor inversión en este ámbito.
Una estrategia de este tipo puede enlazar con el plan del Gobierno «Path to Sustainable Farming», que incentiva las prácticas agrícolas sostenibles, la creación de hábitats de recuperación de la naturaleza y el establecimiento de nuevos bosques para contribuir a la lucha contra el cambio climático. Dedicar una partida del Fondo de Inversión Agrícola a los cultivos editados genéticamente y a los costes de infraestructura asociados sería una buena forma de incentivar su uso en pruebas, que si tienen éxito podrían extenderse a todo el país.
Aunque los beneficios de la edición genética están bien establecidos, hay una barrera que deberá ser superada: la percepción pública. Un informe de 2021 de la Agencia de Normas Alimentarias afirmaba: «Los consumidores tendían a tener poca conciencia y muy poco conocimiento… la mayoría no había oído hablar de los alimentos editados por el genoma».
Pero, aunque esta tecnología pueda parecer muy novedosa, lo cierto es que la humanidad lleva seleccionando deliberadamente los cultivos para obtener rasgos beneficiosos desde los albores de la agricultura. Las técnicas se han ido sofisticando a lo largo de los siglos, y la edición genética actual, que permite a los científicos cambiar una secuencia específica seleccionada dentro de un genoma, es sólo la siguiente parte de esta progresión.
Pero antes de que los cultivos editados genéticamente puedan entrar en el mercado, el Gobierno debe realizar el trabajo de base para aumentar la comprensión pública de la tecnología, de modo que sea aceptada cuando llegue a los estantes de las tiendas, ya que es más probable que los consumidores más informados acepten los alimentos editados genéticamente.
La normativa debe centrarse en garantizar que las nuevas variedades de cultivos editados genéticamente sean seguras, saludables y beneficiosas para el medio ambiente. Los planes para aumentar las pruebas de los cultivos editados genéticamente y eliminar la inversión de tiempo para su producción son recomendables. Sin embargo, también es importante reconocer que el público sigue siendo escéptico con respecto a esta tecnología y que es importante aumentar su comprensión para que acepte los cultivos editados genéticamente en nuestras estanterías y, en última instancia, en sus mesas.
Traducido por el equipo de Somos Innovación
Fuente: CAPX
