Un Chip en la Armadura: Cómo los Semiconductores Están Perturbando el Comercio Mundial

El Reino Unido se está acercando al final de la pandemia de coronavirus, con la disminución de las tasas de infección y la flexibilización de las restricciones. Pero para muchas industrias británicas, sus problemas están lejos de haber terminado. Mientras que las vacunas Covid se han distribuido por todo el mundo, la escasez mundial de chips semiconductores ha causado estragos en las cadenas de suministro, lo que ha llevado a los fabricantes de automóviles Renault y Mercedes a suspender la producción, y a Jaguar Land Rover a cerrar dos fábricas. Como la demanda de chips sigue superando a la oferta, no sólo los fabricantes de automóviles se verán afectados. La semana pasada, el director de la empresa tecnológica estadounidense IBM advirtió de que los efectos podrían durar al menos otros dos años, lo que sugiere que tanto los fabricantes como los consumidores deben prepararse para una transición post-pandémica difícil.

Los chips semiconductores están en todo lo que usamos, desde nuestros teléfonos y televisores, nuestros frigoríficos y aire acondicionado, hasta nuestros coches y el transporte público del que dependemos cada día. Nos hemos vuelto dependientes de ellos para funcionar, en gran parte debido al aumento del uso de teléfonos inteligentes y ordenadores. A medida que se ha ido accediendo a más objetos domésticos a través de los teléfonos inteligentes, la demanda de chips semiconductores ha crecido, y en los últimos diez años las ventas han alcanzado casi 500.000 millones de dólares de ingresos en todo el mundo.

Estos chips no sólo tienen aplicaciones en la electrónica de consumo. El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales dio en el clavo al afirmar que los chips constituyen la columna vertebral del rendimiento económico y militar en la era digital. Esto se puso de manifiesto durante la Administración Trump, cuando China y Estados Unidos se enfrentaron por el acceso estadounidense a la fabricación de semiconductores. La interrupción de la producción de estos chips tiene riesgos de seguridad y consecuencias económicas de gran alcance.

La pandemia ha planteado un problema único para las cadenas de suministro mundiales en el siglo XXI. Mientras que todas las regiones y países han experimentado interrupciones a nivel local, la escala de la pandemia ha significado que es la primera vez en mucho tiempo que todos los países se han visto afectados por un solo evento, desestabilizando la economía mundial y neutralizando los beneficios de las cadenas de suministro internacionales. Lo vemos claramente en la respuesta a la escasez de semiconductores, donde las empresas han impulsado planes para desarrollar su propio suministro nacional de chips y, en el caso de EE.UU., han invertido dinero público para limitar la dependencia de los proveedores extranjeros. Interrupciones similares han afectado también a la agricultura, a la entrega de bienes de consumo internacionales e incluso a los propios contenedores de transporte marítimo, que durante los cierres mundiales vieron cómo muchos buques portacontenedores quedaban varados en los puertos, convirtiendo de hecho a los propios contenedores en una valiosa mercancía.

Aunque el Reino Unido está viendo la luz al final del túnel, a nivel mundial la pandemia está lejos de terminar. El año pasado, el Reino Unido anunció un aumento de la inversión en el desarrollo de semiconductores. Los frutos de estos esfuerzos pueden aliviar algunas restricciones en el suministro, pero no pueden ser una solución a largo plazo, ya que el Reino Unido no puede igualar los niveles de producción de los proveedores de Estados Unidos y Asia, sobre todo porque la demanda de estos chips aumentará. En cambio, lo que el Reino Unido y sus aliados deben hacer es trabajar para salvaguardar la cadena de suministro de semiconductores de futuras interrupciones, ya sea por una nueva pandemia, un ciberataque o algún otro riesgo de frontera.

Los esfuerzos para proteger el acceso a los semiconductores podrían caer fácilmente en una competencia por el suministro, pero al igual que con la pandemia, una mayor cooperación internacional será una vía mucho más eficaz para asegurar la protección de las infraestructuras críticas. El Reino Unido debería recurrir a la ONU y a sus socios comerciales para aplicar salvaguardias e identificar capacidades alternativas, en lugar de confiar simplemente en sus propios niveles de producción. Estas comprobaciones no son simplemente medidas económicas sensatas, sino que podrían ser cruciales para su propia seguridad. Si pensamos en el nivel de daño causado por las interrupciones de los semiconductores en la actualidad, ¿cómo sería una escala de caos de nivel similar dentro de diez o veinte años?

La pandemia nos muestra que los riesgos que parecen lejanos, o poco probables, pueden perturbar nuestras vidas de forma repentina de una manera que nunca creímos posible. Es crucial que aprendamos de sucesos como éste, no sólo debemos prepararnos mejor para los riesgos de frontera, sino que también debemos reconocer qué partes de nuestra economía son vulnerables a las perturbaciones y comenzar el proceso de protegerlas de futuros choques. Al igual que hubo pandemias de menor envergadura en el periodo previo a Covid, ha habido una serie de otras crisis menores en las últimas décadas que no hemos considerado a gran escala. Si permanecemos pasivos, nos exponemos a riesgos incalculables. El Reino Unido y otros socios mundiales deben estar mejor preparados.

 

Traducido por el Equipo de Somos Innovación

 

Fuente: CapX

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