Viajes de Lujo: Redefiniendo el Significado de la Opulencia

Me levanté el domingo con la intención de reforzar uno de esos hábitos que para mi generación (Gen Z) no existen más: leer el diario en papel… o sentarse a leer en fin. En la casi infinita cantidad de hojas uno recorre notas de distintas voces, mentes y matices. Y a veces tanta información puede convertirse en una fuente de inspiración para quien hace el recorrido. 

Mientras leía un artículo del economista argentino Claudio Zuchovicki, me llamó la atención una frase muy suya: 

“Los precios son un idioma que refleja distintos estados de ánimo”. 

Relacionando esto con mi campo de interés y en el que trabajo a diario, encontré que esta frase es maravillosa para describir lo que actualmente representa el Turismo de Lujo. He tenido innumerables conversaciones sobre lo que implica que un pasajero busque servicios de lujo en la actualidad.

Si consultamos el significado de «lujo» según la Real Academia Española, encontramos que se refiere a la abundancia y a productos o servicios de alta categoría y calidad. Si le preguntamos a una persona común qué implica realizar un viaje de lujo, es probable que describa en primer lugar los servicios que se incluyen: vuelos en jets privados, hoteles de cinco estrellas, suites lujosas, traslados en limousine, entre otros. Pero, ¿es el turismo de lujo simplemente la suma de los servicios que lo componen?

Nos hemos acostumbrado a asociar los viajes de lujo con aquellos que realizan quienes tienen un alto poder adquisitivo, automáticamente enlazado con una clase social determinada. Sin embargo, este enfoque es superficial, frío y anticuado. Creo que es el momento de redefinir los viajes de lujo, porque viajar va mucho más allá de consumir servicios. Hoy en día, la gente busca tener una conexión más auténtica, que incluya una mayor interacción con el destino que visitan, un contacto más cercano con las comunidades locales y una mayor apreciación de la naturaleza del lugar. Comparado con la rutina de cada día, ¿no es esto un lujo?

El turismo de lujo ha evolucionado para abarcar aspectos emocionales, culturales y espirituales. Se trata de sumergirse en la historia y la cultura de un lugar, de involucrarse con las comunidades locales y de tener un impacto positivo en el destino visitado. Lujo es darse la oportunidad de crear recuerdos perdurables y establecer conexiones profundas con el mundo que les rodea, salir de la fugacidad de solo estar en un sitio determinado. 

El lujo es algo subjetivo y cada persona establece su propio estándar. Al igual que cada individuo determina el precio de un producto o servicio según su estado de ánimo. Entonces, se puede realizar un viaje de lujo disfrutando de una noche acampando en la cima del Fitz Roy o alojándose en un hotel de cinco estrellas con vista al mar caribe. Ya no es condición necesaria gastar una cantidad determinada por noche para tener «experiencias de lujo», porque estas no se limitan solamente a los servicios que se incluyen, sino que van mucho más allá de eso. Se trata de trascender lo material y adentrarse en un viaje transformador que enriquezca el espíritu y la mente.

Si, como afirma Claudio Zuchovicky, el precio refleja el estado de ánimo de quien paga, ¿podríamos entonces decir que los viajeros de lujo son los más optimistas?

* Camila García Carou es Licenciada en Gestión Turística e Investigadora Asociada de la Fundación Internacional Bases

Fuente: Somos Innovación

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