Tenemos que Hablar de Nuestro Suministro de Alimentos

person slicing a meat on brown wooden board

Estamos al borde de una Nueva Revolución Agraria que transformará el sistema alimentario mundial. Mi nuevo libro, «La ley de Moo: Una guía del inversor para la nueva revolución agraria», expone por qué hay que replantear la agricultura intensiva moderna y cómo la ciencia, afortunadamente, se está poniendo al día con el problema.

El primer gran problema es el riesgo de pandemia. El Covid-19 surgió probablemente debido a una mala práctica agrícola, al igual que la gripe española, el SARS y casi todas las demás pandemias del siglo pasado. Un coronavirus mortal que circulaba entre los murciélagos fue llevado a un mercado húmedo en Wuhan (China), donde infectó a una especie intermedia (quizás pangolines) antes de saltar a los humanos. Este riesgo no es necesario, pero persistirá mientras mantengamos a los animales hacinados en condiciones inmundas para nuestro placer gastronómico.

La segunda cuestión es la crueldad con los animales. No creo que la mayoría de la gente sea consciente de la crueldad que conlleva la ganadería intensiva moderna. Los animales a menudo no ven el sol antes del día en que son transportados al matadero. Las patas de los pollos se doblan por su propio peso, porque han sido criados selectivamente para ser cuatro veces más pesados hoy que en 1950, aunque eso no importa, ya que sólo viven una media de seis semanas.

Por último, la agricultura animal desempeña un papel importante en la crisis medioambiental. La agricultura es la mayor fuente antropogénica de gases de efecto invernadero. La razón principal de la deforestación en el Amazonas es el cultivo de soja para la alimentación animal. La ganadería es un factor importante en las sequías, ya que un kilo de carne de vacuno requiere 15.000 litros de agua. Este problema sólo va a empeorar. El estadounidense medio come 21.000 animales enteros a lo largo de su vida; imagina las implicaciones cuando naciones en desarrollo como China e India se hagan lo suficientemente ricas como para demandar un nivel similar de proteínas animales.

Afortunadamente, científicos y emprendedores están acudiendo al rescate de nuestro suministro de alimentos, en lo que promete ser una de las bonanzas de inversión más lucrativas de nuestros tiempos. La industria cárnica mundial tiene el mismo tamaño que toda la economía española, así que las recompensas serán enormes para los disruptores que puedan ofrecer una alternativa sostenible a la carne tradicional a un precio competitivo.

Yo lo llamo «La nueva revolución agraria». La primera ola de esta revolución ya está aquí, en forma de análogos de la carne a base de plantas. Mucha gente habrá oído hablar de Impossible Foods y Beyond Meat, que fabrican hamburguesas sin animales triturando varias verduras y extrusionándolas en una mezcla parecida a la carne picada. Ambas empresas tienen un valor de miles de millones de dólares. Se pueden hacer cosas similares con los nuggets, las salchichas y la leche (utilizando proteínas de avena o guisantes en lugar de lácteos).

Pero es la segunda ola la que más me entusiasma. Se trata de la agricultura celular, también conocida como carne cultivada en laboratorio, carne basada en células o carne cultivada. El proceso, derivado de la biotecnología, consiste en tomar una pequeña biopsia de un animal ileso, antes de hacer proliferar y diferenciar esas células madre en un biorreactor. Al cabo de unos 40 días (mucho más rápido que el tiempo que se tarda en criar una vaca), se obtiene un lote pegajoso de células musculares o de grasa idéntico al de la carne tradicional, salvo por las hormonas, los antibióticos, la contaminación fecal y los daños ambientales.

Hay unas 60 empresas en el mundo que producen prototipos basados en células, incluyendo carne, marisco y materiales como el cuero y el algodón. El mes pasado, Singapur aprobó los nuggets de pollo con células de Eat Just, una primicia mundial. Después de entrevistar a muchos líderes de esta industria, espero que estos productos entren en los restaurantes de alta gama dentro de dos o tres años, y en el mercado de masas dentro de una década.

La clave para entrar en el mercado de masas será aumentar la escala de producción y reducir el precio. La similitud entre esta idea y la Ley de Moore, el famoso concepto de la industria de los semiconductores, fue lo que inspiró el título de mi libro, «La Ley de Moo». En este caso, debemos ser muy optimistas. La primera hamburguesa cultivada en laboratorio del mundo fue presentada a la prensa mundial en Londres en 2013, con un coste aproximado de 250.000 dólares. El profesor Mark Post, que dirigió aquel proyecto de 2013, es ahora director científico de Mosa Meat, donde pueden producir una hamburguesa de carne de vacuno a base de células por solo 10 euros. Todavía no se ha alcanzado la paridad de precios con la carne tradicional, pero es evidente que se está avanzando en esa dirección.

Como inversor, no podría estar más entusiasmado con este sector. Al reducir la contaminación, la crueldad y los riesgos para la salud humana, cumple todos los requisitos para el espíritu de la época actual. Al mismo tiempo, los inversores astutos pueden obtener una rentabilidad extraordinaria si apuestan por las empresas adecuadas. El último capítulo de mi libro es, en realidad, un compendio de todas las empresas del sector con mi evaluación de las probabilidades de éxito comercial.

Creo que también necesitamos ver acciones a nivel gubernamental. Dado que Gran Bretaña tiene la capacidad de establecer su propia normativa alimentaria tras el Brexit, sería fantástico fomentar una industria nacional de agricultura celular de alta tecnología. Aparte de Estados Unidos, los líderes mundiales en este campo suelen ser países como Israel o Singapur, con redes muy desarrolladas de científicos y capitalistas de riesgo, así como una dependencia no deseada de las importaciones de alimentos. Gran Bretaña cumple con ambos requisitos.

Los imperativos medioambientales y éticos de la Nueva Revolución Agraria son irresistibles: la carne basada en células está llegando, nos guste o no. Así las cosas, esperemos que Gran Bretaña aproveche la oportunidad de unirse a la vanguardia de esta revolución y construir una nueva industria verdaderamente futurista.

 

«Traducido por el Equipo de Somos Innovación»

 

Fuente: CapX

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